lunes, 3 de noviembre de 2014

With light and with love - Woods

Antes de que este verano alargado eche definitivamente el cierre, cerremos definitivamente las ventanas de casa y amablemente se nos invite a buscar refugio entre paredes es el momento de pasar por este espacio una de mis canciones del ya pasado verano. Y, con ella, dar tres pinceladas de lo que fue el concierto que esta banda dio en la 2 de la Apolo el pasado 14 de Septiembre. Para no perder la costumbre, escribiendo estas líneas pasado más de un mes desde entonces, y tras haber acudido desde entonces a aproximadamente unos diez conciertos. Que se dice pronto. Quién dijo parar (quizás yo, que por primera vez necesito descansar como nunca).


Desde que se anunció me sorprendió que una banda como Woods fuera ubicada en una sala de pequeño aforo. Era por tanto obvio que la sala se llenaría, porque quién puede resistirse a la propuesta guitarrera de aires sesenteros de estos norteamericanos. Porque si su sonido en disco, especialmente del publicado este año, "With light and with love", es de los que evocan brisa y verano, insufla dulzura y garra guitarrera soleada a la vez, su translado a un escenario es aún más brillante. No quedó mandíbula cerrada durante la hora y cuarto de concierto que nos ofrecieron, no quedó corazón sin vilo ni cabeza inmóvil. No quedó alma sin devanear entre los guitarreos intensos (sobretodo gracias al enorme guitarrista de la banda) y la explosión instrumental improvisada que mostraron en dos de los momentos cumbres del concierto, las canciones "Size meets the sound" y la inmensísima "With light and with love". Todo interpretado con perfeccción y maestría, en un descontrolado control milimetrado y natural. Cómo sólo los buenos músicos consiguen.


Pelos de punta y música mezclada con sonrisas de un final de verano que se daba la mano de un comienzo de algo incluso mejor. Ilusión y alegría, intensidad y desenfado, esperanza y aventura. Viaje sónico y sentimental dados de la mano, con los ojos cerrados para dejar la cabeza a medio camino entre el cielo de las guitarras y allí donde me llevaban. De un verano eterno como el que la canción que da título al disco invita y acompaña, del mar que había dejado sobre mi piel las últimas capas de sal de la temporada pocos días atrás.Y que evoco una tarde oscura y gris de noviembre recordando que aquello fue un fin y, a la vez, un inicio del cual aún saboreo sus dulces consecuencias.