lunes, 16 de marzo de 2015

Magnitizdat - Kermit

El pasado sábado 14 de Marzo al fin pude ver en directo a los malagueños Kermit. Una banda de post-rock cercano al jazz que sigo desde sus comienzos, de la que ya he hablado por aquí en alguna ocasión, y que desde que los descubrí hace dos años tenía muchas ganas de disfrutar en concierto. Algo me decía que un sonido como el suyo tenía que ganar aún más sobre un escenario. Una intuición que fue superada por la realidad que pude presenciar durante los 50 minutos que les adjudicaba ser los que abrían la última jornada del AMFest en la sala Apolo 2.

A una hora relativamente temprana para estos eventos, alrededor de las 19.30, me sorprendió gratamente ver a tanta gente en la sala. Aparecieron sobre el escenario los cuatro miembros de la banda con atuendo blanco y negro y con una lona para proyecciones detrás, dándole el ambiente idóneo para su música. Altamente concentrados, desde el minuto cero sonaron potentes y minuciosos, pudiendo distinguir cada una de las capas de guitarra y el bajo con nitidez. Aunque comenzaron recuperando uno de los temas de su primer disco, "Autoficción", el setlist se centró en su segundo trabajo, Litoral, un tanto más jazz y experimental que el primero, más maduro y repleto de referencias literarias. Unas referencias literarias que acompañaron en forma de breves textos a lo largo del concierto enriqueciendo aún más el recital.


Todo ello en conjunto creando una deliciosa atmósfera de evocación infinita, de la que invita a cerrar los ojos y dejarse llevar, mover la cabeza al ritmo de las distorsiones y sentir la elegancia de los tintes de jazz e improvisación que aparecen de tanto en tanto. Un aspecto que protagonizó uno de los momentos culminantes del concierto, cuando en "Magnitizdat" un saxo empezó a sonar de repente y, al abrir los ojos y mirar detenidamente al escenario, vimos como el batería se había puesto en pie para tocar ese instrumento, para después pasar adelante y continuar con una sentidísima improvisación que transmitía tanto sentimiento como el erizamiento de vello colectivo que provocó. Es por ello que es esta la canción que acompaña esta entrada.


Una de las pruebas más patentes del éxito que obtuvieron los malagueños ante el público barcelonés fue el silencio que fue estableciéndose poco a poco entre los asistentes, que desembocó en crecientes y sinceras ovaciones a cada final de cada tema. Como si hubieran conseguido introducir a todo el mundo en sus atmósferas, imbrincando cada línea de guitarra, sintetizadores, bajo y batería entre todos nosotros en una conexión directa y mágica que resulta emocionante al recordarla días después.



Kermit presentan una propuesta tan particular y musicalmente rica como compleja, razón por la cual puede que no disfruten de la popularidad y el conocimiento que merecen. Ya se sabe que en las esferas de la considerada música independiente muchas veces el criterio sobre lo que triunfa y lo que no está sesgado y condicionado por llegar a oídos de quien corta el bacalao en el asunto o bien por rodearse de los mismos. Esto hace que por el camino queden miles de propuestas tan interesantes como esta que brindan al panorama musical riqueza y originalidad de verdad hecha con buen gusto y saber musical, algo no tan común entre lo que escuchamos día a día. Algo que queda demostrado al plantarse sobre un escenario ante oídos nuevos que quedan fascinados al momento y lo demuestran con la más sincera de las ovaciones. Larga vida a Kermit y esperamos volver a disfrutar de ellos en Barcelona muy pronto.



jueves, 12 de marzo de 2015

Long time coming - Delays

Muchas veces en el fondo todo es cuestión de dejarse sorprender. De derribar nuestras propias barreras y abrirnos a sentir. Da miedo, y mucho, porque no sabemos dónde va. Pero, ¿y si nos dejamos llevar y resulta que nos llevamos la mejor de las sorpresas? Cuando y como menos nos lo esperábamos, sin programarlo, sin buscarlo, pero poco a poco se ha ido construyendo algo inesperado y precioso que sentimos que parece no tener ningún tope, ningún límite.

Porque al derribar las primeras barreras descubrimos nuevas sensaciones, cosas que puede que hubiéramos vivido antes, hace muchos años, pero sentimos como si realmente fuera la primera vez. No sólo eso, sinó que nos damos cuenta de las cosas que son realmente importantes y nos tragamos una a una miles de frases pronunciadas sin saber. Aprendemos de repente a saborear los pequeños detalles y caminar de la mano, a ofrecer lo mejor de nosotros mientras nuestra mente se pierde por recovecos en los que no imaginábamos que tendría cabida y todo es fuente de felicidad.

Felicidad absoluta con diferentes escenarios que van desde una plaza con mucho significado a un bosque encantado, desde una montaña con menos nieve de la que esperábamos a miles de paseos por la ciudad, con el olor del mar siempre bien presente para que nos oriente y nos sintamos en casa. Felicidad para vivirla en el momento, con perspectiva y sin miedos. Para sentirlo como lo mejor que nos ha pasado en mucho tiempo y disfrutarlo mientras continúe.

Y todo por culpa de una sonrisa perfecta, la mirada más bonita del mundo y unas manos de terciopelo.

Y, cómo no, por descubrirme y compartir canciones tan deliciosas como esta.