viernes, 27 de noviembre de 2015

Sparks - Beach House

Tanto tiempo sin escribir para acabar volviéndolo a hacer para hablar de un grupo del cual no puedo haber hablado más en este espacio. Pero quizás justo por eso sentí tal necesidad. Porque el pasado sábado 21 de Noviembre, mientras viajaba entre los paisajes musicales oníricos de los temas del dúo de Baltimore, visualicé todo lo que ha sucedido en mi vida desde el significativo día en que les vi por primera vez, allá en Julio de 2011, hasta hoy. Sentí cómo esas canciones han acompañado diferentes momentos y, de su mano, han ido entrando y saliendo de mi vida todo un flujo de gente del cual sólo quedan aquellos que han forjado los mejores cimientos.



Qué decir de volver a escuchar "Silver soul" por enésima vez y recordar donde empezó mi historia de amor con ellos y cómo esa canción calmaba mi alma en su día, o "Myth" y todo ese 2012 de renacimiento lleno de significado e historias, o "Saltwater" y evocar los días del imparable 2013 en los que fue despertador. Y con todas esas canciones tejer miles de recuerdos y llegar a la maravillosa "Sparks" y a ser consciente de lo poco que le queda a este 2015 tranquilo pero lleno de cambios, en el que al fin llegó la etapa de transición e incertidumbre cuya gestación se alargó hasta ya no poder más.


Y todo ello escuchándoles mejor que nunca (aún luchando contra un público hablador y desmerecedor de estar viéndoles, una auténtica lacra en algunos conciertos). Con los temas de su último "Depression cherry" sonando brillantes, aún sin reconocerles el carisma de los que componen los ya míticos "Teen dream" y "Bloom". Con una Victoria LeGrand que cantó como nunca, moviendo su melena larga e hipnotizadora, y, sobretodo, con una batería implacable que llenó de intensidad una de mis favoritas con el tiempo, el "10 mile stereo" que me puso los pelos de punta y me emocionó plenamente mientras cantaba ese "It can't be gone, it's still right here" que tanto significó durante una época de mi vida y ahora casi he olvidado el motivo. Todo ello adobado con una escenografía más sencilla de lo habitual en la que los colores fueron los únicos protagonistas e hicieron que finalmente resultara tan bonita como siempre.


Releyendo para los correspondientes links los posts dedicados anteriormente a la banda podría suscribir otra vez todas las sensaciones descritas en ellos, como posiblemente le pase a mi querida Viola tricolor que presenció al día siguiente lo mismo en Madrid. Que pasen los años y una banda siga inspirándote lo mismo al volverles a ver en directo es, sin duda, señal de que forman parte irremediable de aquello que podríamos denominar "grupos de nuestra vida".


Que justo ese día se cumplieran cinco años de aquel mítico y también simbólico concierto de Arcade Fire del Palau Sant Jordi que ninguno de los que lo presenciamos hemos olvidado, y que justo ayer viviera sensaciones paralelas viendo a Sr. Chinarro en acústico en la Heliogàbal, a quien vi por primera vez en directo (y en ese formato) ese mismo Julio de 2011 se me antojan ahora mismo señales del paso rápido del tiempo y de la pervivencia emocional de determinadas propuestas musicales en mi vida. Y, con ello, de la absoluta necesidad de escribir ahora mismo estas líneas.