lunes, 29 de octubre de 2012

By the horns - Julia Stone

Ya llegó. De sopetón, casi dando un portazo, de la mano con las tardes que ya definitivamente dejaron de serlo. Sean bienvenidos la oscuridad y el frío, la búsqueda de refugio entre las luces de la ciudad, la búsqueda de calidez allá donde sea. Rodeando nuestro cuello con pañuelos, envueltos en una manta, o con un tazón de leche con miel o chocolate en las manos, dejando que nuestro gato nos utilice de cojín y sintamos su respiración y su ronroneo en nuestra falda, en garras de un buen libro. Cerremos los ojos, o abramos nuestros sentidos.

Pero también dejándonos caer en los brazos de nuestras canciones manta, por guitarras envolventes como las de Wilco (las más cálidas del mundo, sin duda, que a pesar de que siguen siendo banda sonora, aún bajo los efectos del último concierto, no volveré a pasar por aquí, tranquilos), por cálidas voces para afrontar el frío como las de Julie Doiron, o por otras más delicadas y envueltas de mil delicados matices, como este delición del último trabajo de Julia Stone, la mitad de ese también delicioso dúo que es Angus & Julia Stone, del cual poco más de lo que nos explicó nuestro amigo Midas en su fantástico post de hace pocos días puedo aportar. Sólo que se me antoja ideal para recibir el otoño de verdad. Y que, al contrario de lo que pensaba y por razones irracionales, este año se me hace apetecible.


jueves, 25 de octubre de 2012

We can't be beat / Song for Leigh / Heaven - The Walkmen

A menudo que avanza el otoño, de manera tímida y suave, sin grandes sobresaltos, acunándonos poco a poco y con una nana, el cuerpo parece que responde requiriendo más calma, más reposo. Quizás sea el momento en que empezamos a tener más ganas de llegar a casa y descansar en el sofá. Las mantas aún no lo pueblan, por suerte, pero sentimos que no tardarán en hacerlo, mejor que esperen. Las mañanas están iluminadas por un sol tímido y atenuado, cansado de haberlo dado todo los meses anteriores, Y las tardes dejaron de ser tardes para convertirse paulatinamente en noches avanzadas, invitándonos al recogimiento, a los pequeños placeres caseros, a un paréntesis de tranquilidad.

De esta manera quizás conseguimos que no todo se nos venga abajo. O puede que ya lo hiciéramos, hayamos tocado fondo y ahora estemos felices de haber salido del pozo tan rápido. Y se traduce en un estado de ánimo a medio camino entre la calma y la alegría, de una suave pero llevadera melancolía y la satisfacción de todo lo bueno que nos rodea.

Estados de ánimo que podrían traducirse perfectamente en esta selección de las tres canciones principales de "Heaven", el último trabajo de The walkmen. Prefiero no hablar del disco porque ya lo hicieron de maravilla nuestros amigos de Ciudad sin discos, tan majos ellos. Simplemente son un grupo que llevando tantísimos años de trayectoria hasta ahora no había explorado pero descubrí en su último disco varias joyas que transmiten mil sensaciones. Del cual no puedo quedarte con sólo una, no puedo escoger, todas tienen que aparecer. La primera, lenta, al inicio la canción de cuna otoñal alegre que mencionaba al principio, aunque más tarde los deliciosos coros le den otro color. La segunda, que evoca ese sol matutino de otoño o esas tardes de anochecer apresurado y tranquilo (aunque fuera una de mis canciones de este verano, que me recuerde a mis paseos por la ciudad noruega de Trondheim). Y la tercera, alegría, alivio, dulce melancolía pop, sonrisa. Sin sobresaltos, como este inicio mediterráneo de otoño. Con una voz casi rasgada que no puedo evitar que a momentos me recuerde a la de Kelly Jones de Stereophonics que tanto me gusta. Espero que os gusten.


We Can't Be Beat by The Walkmen on Grooveshark

Song for Leigh by The Walkmen on Grooveshark

Heaven by The Walkmen on Grooveshark

martes, 23 de octubre de 2012

Sex on the regular - Miniature tigers

Cuando sientes que la tormenta empieza a pasar y te cae del cielo un fin de semana de escapada con los amigos, en la que literalmente huyes de la tormenta en tu ciudad para encontrarte el sol donde menos te lo esperas, es una sensación como pocas. Un país al que nunca habías ido, una ciudad nueva y estimulante vista con los ojos de un amigo que vive allí y te enseña como la disfruta, y un pequeño grupo de buenos amigos para compartir la experiencia. Sólo hace falta buena cerveza para adobarlo y con ello tienes un gran fin de semana.


Todo ello ha sido este fin de semana en Munich. Con el precepto de visitar a un amigo, dos amigas y yo cogimos un avión y allí nos plantamos, para encontrarnos en una ciudad que empezaba a vestirse con los colores del otoño, que hizo un paréntesis de lluvia para ofrecernos una soleada y cálida cara, inusual para los que allí viven. Una ciudad grande pero que rezuma una cierta tranquilidad y un cierto orden. Una ciudad moderna pero que parece conservar con orgullo aquello que la hace peculiar, diferente, auténtica. De grandes parques y miles de tabernas auténticas en las que tomarte las mejores cervezas acompañadas de deliciosas salchichas de frankfurt de las que aquí no pruebas ni imaginas que puedan estar tan buenas. De una gente recia y seria pero que no duda ni un segundo en echarte un cable al ver, casi sin darte cuenta, que necesitas ayuda.


Como buena vuelta de viaje, ayer fue un día duro, acompañado además por un intenso dolor de espalda que nada facilitó la tarea. Pero en el que me vi a primera hora en el metro retomando la lista de reproducción de canciones de este verano como síntoma de que todo va bien, adelante, que no hay más remedio que hacerlo y que es el momento de hacerlo lo mejor que se pueda. Porque nunca nunca perderé mi sonrisa, por mucho que las circunstancias en ocasiones me inviten a hacerlo. Y más cuando me doy cuenta de que tengo a mi alrededor tanta gente que tanto vale la pena, como mis niños que hemos compartido 48 magníficas horas juntos. Para ellos, y para ello, una de sus canciones, un tema de pop suave y electrónico con toques ochenteros alegre, bailongo y desenfadado que me descubrieron este verano y que me pone de tan buen humor. Espero que os guste.

miércoles, 17 de octubre de 2012

A shot in the arm - Wilco

Fue un lunes caótico, desagradable, de esos que deseas que acaben cuanto antes. Pero, por suerte, con recompensa, porque después de tanto tiempo detrás, al fin pude cumplir mi sueño de ver a Wilco en directo. La ocasión, una tercera oportunidad que se me brindó a la que no podía decir que no. El lugar, inigualable, mítico, excepcional. El teatro del Liceu. Lo cual elevaba el precio de las entradas a niveles casi inasumibles que finalmente no fueron para tanto y que, de perdidos al río, acepté pagar. Junto con mi amiga y compañera de conciertos Adriana, quizás una de las personas con las que más conciertos he compartido este año, esperamos expectantes y con un buen paseo acompañado de terapéutica charla los minutos y las horas anteriores. Entramos con los nervios a flor de piel y en el elegante hall del teatro aparecieron apresurados JMHulme y Vanessa, esta última con cara de sorpresa por no haber sabido hasta el último momento que su destino era ese mismo. Faltaban unos minutos y cada uno se dirigió a sus sitios, aún más expectantes, sobretodo yo por ser la primera vez que veía a los de Chicago. Imposible tener más ganas.


Puntualísimos, a las 21.30 aparecieron Jeff Tweedy y compañía sobre el escenario y a los primeros acordes de "Misunderstood" mi vello se erizaba. Toda la potencia de la banda en marcha y la voz de Tweedy inmejorable. La noche prometía magia y llegaba a los pocos minutos, a los pocos segundos. Y de las canciones viejas a las nuevas, arrancando con toda la energía y la experimentación de "Art of almost". A las pocas canciones, el vello en punta empezaba a sentir la compañía de las lágrimas en mis ojos, inusitadas, al escuchar "You are in my face". Lágrimas que no iban a cesar, sinó a incrementarse, al escuchar las primeras notas de la canción que más ganas tenía de escuchar en directo, la maravillosa e inigualable "Impossible Germany". Llegó el momento de Nils Cline, ese solo de guitarra único, que estalla cuando Tweedy se le une y se contestan sus guitarras. Acabó la canción y todo el público del Liceu se puso en pie para aplaudir durante casi un minuto como si el concierto hubiera acabado. Y yo no me lo creía, era incapaz de bajar de la nube en la que me había sumido ese momento tan esperado. Esos momentos en los que sientes que da igual lo que hayas pagado por un concierto, que sólo por vivir cosas así se lo valen.


Ya en la nube, para acabar de dejarme perpetuamente en ella, mi favorita del último trabajo, "Born alone", y yo no podía ser más feliz. Circularon más temas del nuevo disco, combinados con diferentes y diversas reliquias de sus anteriores trabajos. Exceptuando el penúltimo, no dejaron ni un sólo disco sin representación. Pasaron "Handshakes", "Radio cure", "Via Chicago", "Forget the flowers", la dulce "Hummingbird", entre otras. Para llegar al supuesto final con un "A shot in the arm" que me llegó al alma con ese piano de base y ese alarido final, y que me hizo certificar  aquello de lo que estaba convencida. La grandeza del "Summerteeth", razón por la cual decido acompañar la crónica con esta canción, como pequeño homenaje a ese gran trabajo del año 1999 que contiene toda la esencia de la banda de Chicago.


Obviamente no se trataba del final del concierto, aún faltaban grandes temas por escuchar, como "Are you going to break my heart" o el esperadísico "Jesus, etc" que el propio Tweedy nos pidió que cantáramos con él y que todos obedecimos, dando lugar a otro momento esperado y mágico. Para volverse a ir con el "I'm the man who loves you" dejando a todo el público en ovación y en pie, porque queríamos más. Eran pasadas las 23.30, las dos horas y poco habían volado, y atendiendo a nuestra petición volvieron a salir para rematar el concierto dejándonos a muchos en pie sin dejar de moverlos con su faceta más rockera, brindándonos un alegre y jolgorioso final de fiesta con "Outtaside (Outta mind)" y "Hoodoo Voodoo".


¿Son Wilco una de las mejores bandas del universo actual? Multitud de veces he escuchado esa misma frase, y aunque es una banda que desde que la conozco me ha entusiasmado, nunca he llegado a plantearme tal afirmación hasta haberles visto en directo. Ahora puedo certificarlo. Si no la mejor, una de las mejores, sin lugar a dudas. Y más tras haber presenciado un directo muy especial, en un ciclo de conciertos en los que estaban dispuestos a darlo todo, a la perfección técnica, al sonido inmejorable, a no dejar fallar ni un solo detalle. Sabía que eran muy grandes, sí, pero me hizo falta verles en acción para convencerme, porque es imposible que dejen indiferente a nadie.


Sin duda una de sus grandes bazas, lo que los hace tan tremendamente especiales, es esa enorme variedad de sonidos, incluso dentro de los mismos discos, e incluso de las mismas canciones. Deambulando desde el folk más tranquilo hasta la experimentación y la distorsión guitarrera, haciéndole guiños al country y al rock más puro, pasando por un cierto desenfado pop en algunas canciones. Probablemente cada uno de sus incondicionales tenga su faceta favorita, o finalmente nos acabemos decantando por varias por no poder escoger sólo una canción que las represente. Lo mejor de toda esa mezcla es que nunca es pura, nunca es convencional, siempre tiene elementos nuevos, ese toque de la casa que los hace únicos. Como por ejemplo esa enorme capacidad para pasar de una dulce melodía hasta un guitarreo enérgico como sucede en "Born alone" y que quede impecable. O el arte de pasar del folk más reposado y triste a la distorsión más inesperada en "Via Chicago". Cosas que sólo ellos pueden conseguir de manera tan brillante. Nadie más.


Tras el concierto, volver a casa (cartel regalado en mano) y no poder dormir. Tener los ojos como un búho y los sentidos aún con los pelos de punta por todo lo vivido musicalmente durante dos horas y cuarto en un recinto mítico. Que las canciones se mezclen en tu cabeza y retumben como si no quisieran abandonarla, que la voz del cantante, perfecta y afinada, se te haga inolvidable, que esa guitarra te siga manteniendo en vuelo y no te deje escapar. Que las imágenes sigan pasando a toda velocidad por tus ojos, que no tenga fin, que desees aún estar ahí dentro. Que hayas deseado que aquello nunca acabe, que anheles que la música siga envolviéndote igual, por todos lados, erizando tu piel, extrayéndote las lágrimas, haciéndote moverte y dar palmas sin cesar. Probablemente cierres los ojos al fin y sueñes que aún continúa, que aún tienes abajo a ese hombrecillo simpático que esconde su timidez bajo un sombrero, de voz inigualable y carisma peculiar que dirige una perfecta orquesta rock a su alrededor. Y desear volverles a ver. Que no tarden mucho, que hay ganas de más.

Si a todo esto le unes la suerte de que todo ello ha sido registrado y colgado en la web de radio 3, la felicidad no puede ser mayor. En pocas ocasiones (por no decir ninguna) he gozado de esta enorme suerte, de poder volver a escucharlo una y otra vez, de decir mientras tanto "Yo estuve allí". Os recomiendo a todos los que os guste la banda que le deis una escucha porque es una auténtica maravilla de grabación. Un testimonio casi único. Disfrutadlo.

A Shot in the Arm by Wilco on Grooveshark

domingo, 14 de octubre de 2012

Lose my way - Toy

Pocas novedades estimulantes, a mi juicio, nos está ofreciendo este año, al menos que yo sea consciente. Una de las propuestas más interesantes que han aparecido son los británicos Toy, que descubrí gracias a bboyz y que me tienen completamente enganchada. Justo a las puertas de este otoño presentaron su homónimo disco de debut, aunque ya asomaron la cabecita hace un año con el maravilloso tema con el que los conocí, llamado "Left myself behind", que nos daba una idea del tono levemente oscuro de su propuesta. Un tono oscuro pero amable, sin sobresaltos, fácil de digerir, sin que nos tape los ojos, que predomina a lo largo del disco.

Bebiendo desacomplejadamente de los sonidos de los noventa, con una pizca de psicodelia y shoegaze, influencias ochenteras ligeramente cercanas a unos The cure o Joy División un poco más dulcificados, una voz grave y arrastrada pero suave, tintes de pop que les dan esa ligereza que les hace más asequibles de lo esperado, otra pizquita más de épica suavizada, pinceladas del brit pop más oscuro y granitos de post-punk serían la base de su receta. Todo sin excesos, en un punto intermedio y aligerado que para nada juega en su contra sinó que está hecho con tan buen gusto que resulta irresistible. Nada demasiado innovador, más allá de la recuperación de sonidos que quizás se echen de menos en el panorama musical actual, pero más que interesante.

Todos estos ingredientes han sido combinados en su debut homónimo para dar lugar a una excelente colección de 12 temas, aunque entre ellos echamos mucho en falta ese "Left myself behind" que a muchos nos cautivó. Una ausencia que finalmente queda compensada por delirios de siete minutos como "Dead & gone", estribillos melódicos como el de "My heart skips a bit" o "Lose my way" (el tema que finalmente escojo para presentarlo), añoranza de My Bloody Valentine en "Reasons why", colores ochenteros en "Colours running out", envolvente potencia de bajo en "Motoring" o "Make it mine", tranquilidad hacia el final del disco en "Walk up to me", e incluso un tema puramente instrumental a mitad de disco que suena tremendo llamado "Drifting deeper". Un disco y una banda ideal para saborear este otoño, de tonalidades grises de base pero que deja espacio al color.Y que finalmente hasta puede resultar adictivo.


lunes, 8 de octubre de 2012

Gold guns girls - Metric

Haciendo un repaso a últimas entradas del blog me doy cuenta de que esto necesita algo de motivación. Siendo como es una de mis vías de desahogo no puedo evitar llenarlo en determinados momentos de textos tristes y canciones relajadas. Por un día, quiero abandonar esta línea y pasar por aquí una de las canciones y discos que más me han acompañado este último mes. Otro hallazgo tardío, sí, que conocía y había escuchado pero que fue a través de una lista compartida con un amigo mío que está en Alemania que me acabó enganchando sobremanera. Fue esta canción la primera, la que me cautivó, la que me llevó directa al disco de debut de esta banda canadiense, "Fantasies". Un álbum excelente de temas que combinan a la perfección las guitarras y la electrónica, con una sugerente voz femenina en cabeza.

Con ella agradezo y expreso la inmensa fortuna que tengo de poder desconectar de aquello que me atormenta. Es imprescindible tener siempre vías de escape, no de desahogo exactamente, sinó de evasión. Con amigos terapéuticos, deportes varios, noches eternas que te caen del cielo en el momento en que más lo necesitas. La receta para que en un segundo te olvides de todo y disfrutes de la vida, que ya habrá otros momentos para agobiarse. Dejar los problemas allí donde se generan, cerrarlos con candado y, si hay que enfrentarse a ellos, que sea allí mismo, no fuera. Que nada de lo que nos pasa en un lugar nos contamine el resto de facetas de nuestra vida. Es difícil de conseguir pero muchas veces se consigue, y la sensación es inigualable. De las más agradecidas del mundo.

Por suerte también quedan canciones como esta que me dan la energía justa cuando la necesito. Que tengáis buen inicio de semana. Oh, acabo de volver a mis canciones enérgicas de los lunes.

Gold Guns Girls by Metric on Grooveshark

viernes, 5 de octubre de 2012

The first song - Band of horses

No toca. No pega. No encaja. Estar nostálgica y sensible un viernes por la tarde no es lo suyo. Y más cuando el fin de semana promete sol y actividades, amigos, alegría. Pero estoy rebelde, inconscientemente, contra lo que toca. Echémosle la culpa al random de mi mp3, sí, venga, que siempre sienta mejor echar balones fuera y el pobre aparatejo aún no tiene sentimientos que herir (si ha sobrevivido a las miles de caídas y golpes que lleva en un año y medio de vida, esto no es nada). Porque lo bueno de que tenga tanta capacidad es que te permite tener aquello que podríamos denominar fondo de mp3. Vamos, tus discos básicos, aquellos que te llevarías a una isla desierta, que no escuchas ya cada día pero te niegas a quitarlos, porque nunca sabes cuándo querrás volver a escucharlos.

Porque no hay mejor forma de pasar las horas haciendo trabajo de laboratorio que amorrada al modo random... y que suene lo que quiera. Eso está muy bien siempre y cuando el laboratorio no se vaya vaciando, la tarde apagándose por la ventana y empiecen a sonar canciones que te ablanden, que te traigan buenos y dulces recuerdos recientes, que te pongan el nudo en la garganta. Sólo falta que las lágrimas contaminen una muestra y ya la hemos liado, mejor contenerse. Mejor aprovechar que no hay ya nadie por la planta y cantar flojito (por si acaso). Y sentir ganas de escribir, de desahogarte, de expresarte, cambiar la alegre y desenfadada canción que ibas a poner por una de la interminable lista de básicos que han llegado a salir de los auriculres. Lo siento mucho, chicos, creo que este año sufro de otoñitis aguda, como hacía muchos años que no sufría. Porque este año, habiendo sido uno de los mejores de mi vida (aún con algunas cosas) llega a su momento de primeras decisiones importantes, de evaluación del pasado, de mirada al futuro, de conato de enfrentamiento a la realidad. O quizás porque al haberse arreglado importantes cosas a mi alrededor, otras que habías olvidado toman protagonismo.

Tampoco tocar pasar esta canción por aquí cuando debería estar hablando del último disco de esta maravillosa banda, pasando alguna de sus joyitas (que las tiene) y deleitándome con ellas. Como tampoco tenía programado ponerla algún día, cuando muchas otras canciones de la banda están en cola desde hace tiempo. Pero esta ha sido más lista que nadie y se ha colado, sin vuelta atrás. La joya que abre su primer disco, "Everything all the time", una canción capaz de desatar todo un torrente de recuerdos y nostalgias con esas guitarras melancólicas que desde el primer segundo la pueblan. Ideal para acompañar este temprano anochecer de primeros de octubre.

The First Song by Band of Horses on Grooveshark

Canciones anteriores:
- The funeral
- Laredo

martes, 2 de octubre de 2012

The great escape - Patrick Watson

Volver a enfrentarse a una canción. De sopetón, y casi sin esperarlo. Escuchar las primeras notas, que la memoria de repente se ponga en marcha a la vez que los sentimientos no soportan volver a escucharla. Que se entelen los ojos, que cueste continuar. Que quieras pasarla, pero no puedas, atrapada en la belleza de aquello que estás escuchando. Acaba, sí, hemos sobrevivido. Somos perfectamente conscientes de por qué nos ha provocado todo eso. Porque nos recuerda a un momento muy duro, más o menos reciente, del cual casi fue banda sonora. Porque acompañaba aquello que contrastaba con nuestros pensamientos, aquello que en teoría debía ser pero no era de ninguna de las maneras, de fondo ante la conversación previa a desatar toda la tormenta.

La vida tiene momentos puntuales que duele recordar, que superamos de sobras pero que ahí quedan en nuestra memoria, punzantes y dispuestos a ponernos el vaho sobre los ojos. Y si llevan asociada una canción, puede que no podamos volver a escucharla nunca más. O sí, al debido tiempo y tras enfrentarnos a la misma. Porque tras una segunda escucha las lágrimas cesan, el espíritu se calma y quizás nos dejemos llevar por la misma, por su belleza, por su delicadeza, por su dulce melodía. Por ese piano de base y esa voz llorosa que ahora nos emociona por sí sola, no por aquello que nos evoca. Porque quizás haber superado la prueba y ser capaz de volver a enfrentarnos una y otra vez a esos sonidos es una prueba de que todo ya forma parte del pasado, que quedó plasmado en el libro de nuestra vida, impreso y seco. Y que varias páginas se han acumulado encima.

Tenía una asignatura pendiente con este cantante canadiense desde hacía tiempo. Varias canciones no recordadas pero sí identificadas y alguna que otra en la radio durante la semana pasada activaron mi búsqueda, y en la misma me topé con su maravilloso disco de debut, el "Close to paradise" del año 2006, en el cual encontramos esta joya que ya conocía, entre otras. Un disco evocador, delicado y sensible, con mil matices instrumentales, una pizca de experimentación y mucho sentimiento. Todo un tardío hallazgo que se está convirtiendo en banda sonora de este otoño incipiente. Espero que os guste.

The Great Escape by Patrick Watson on Grooveshark