Una tiene la suerte de estar estos días igual que en cualquier otro momento del año en el que piso mi casa y estoy junto a mis padres, en realidad poco o nada de especial tienen estas fechas cuando de lo que disfruto en ellas es lo mismo que en otras ocasiones en las que cruzo el charco de un salto. Cambian las delicias culinarias con las que me hincho hasta reventar, la ropa que me cubre, la luz que impera, pero en el fondo todo lo importante es exactamente igual. Si uno lo piensa, en realidad es como debería ser, no veo demasiado sentido a eso de que porque sean unas fechas determinadas de repente todos tengamos que volcarnos en la familia que nunca vemos (porque en el fondo no nos importa tanto), o en ser solidarios porque toca, siempre me pareció hipócrita y forzado. Un caso diferente es aquel de gente que por razones de distancia sólo puede reunirse una vez al año, entonces todo cobra sentido. Quizás algún día me encuentre en esa misma situación y pueda valorarlo, quién sabe.
Volver a casa es, irremediablemente y sea en la época que sea, volver a la mayor calidez que existe, la del hogar. La de los abrazos de nuestra madre, de nuestro padre, los únicos que sabemos que nunca nos van a fallar, que nunca van a faltar. Porque quizás el único amor irremplazable y de verdad para toda la vida sea ese, quizás ese mismo sea la propia esencia del amor más puro. El que está ahí siempre a pesar de desacuerdos, peleas y diferencias. El que de verdad lo perdona y casi lo olvida todo. El que nos da y nos dará consuelo incluso cuando no lo merezcamos, aquel que tras echarnos la bronca de nuestras vidas y hacernos sufrir con su (muchas veces) verídico juicio se redimirá en un terapéutico abrazo que significa mucho más de lo que expresa cualquier palabra. El que aunque le cueste al final hace que encontremos la comprensión. Y es que si en algún momento de nuestras vidas estamos perdidos, no encuentro mejor lugar para refugiarse y coger fuerzas para volver a dibujar nuestro camino.
Con los años es cierto que podemos sentir una mayor distancia. Nuestros padres se hacen mayores, las discrepancias crecen. Nuestras madres, como siempre, siguen teniendo la razón el noventa por ciento de las veces, pero quizás encontremos alguna ocasión en la que esa razón suprema se rompa y, aún así, nos haga dudar. Necesitamos ganar paciencia y asumir los cambios, de la misma manera que ellos han asumido nuestros propios cambios, probablemente haya sido más difícil para ellos. ¿Y no es eso también otra prueba de ese mismo amor? Nadie dijo que fuera fácil, sólo un sentimiento, probablemente el más importante del mundo.
Todo este texto no es más que una excusa para poner una preciosa canción del fantástico último disco de Martha Wainwright, compuesta para ella por su madre antes de morir. Una canción sencilla pero con todo el sentimiento del mundo, su preciosa voz acompañada por un piano y un violín, y culminada con un coro que le da el punto de emotividad final, que quizás quiera expresar todo lo escrito en las líneas anteriores. Que, además, resulta ideal para acompañar estos días.
La música rodea nuestro mundo, nuestra vida, no existe el mundo sin ella. Entonces, ¿por qué no rellenarla con grandes canciones y crear nuestra propia banda sonora? Melómanos sin remedio, bienvenidos.
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martes, 25 de diciembre de 2012
sábado, 10 de abril de 2010
La Foule - Martha Wainwright
Siguiendo una recomendación de nuestro amigo Midas descubrí a esta cantautora canadiense. Sí, el apellido no es casual, para los que no lo sepáis, es la hermana pequeña de mi adorado Rufus Wainwright (vaya familia!!!). Explorando en Spotify su discografía, me quedé atrapada en su último disco, un tributo a Edith Piaf llamado "Sans fusils, ni soldiers, a Paris", donde se dedica a versionar algunas de sus canciones.
Con una potente y personal voz, que podemos distinguir en los coros de algunas canciones de su hermano, no tiene nada que envidiarle. Su carrera musical empezó en 1997, pero no fue hasta 8 años más tarde que publicó su primer disco, después del cual vendrían dos más. Su estilo es un pop-rock con ecos de folk, muy sencillo y tranquilo. Nada que ver con el último, en el cual incluso su voz se transforma para darle el matiz necesario, haciendote viajar atrás en el tiempo y sintiéndolo como si hubiera sido grabado hace más de 40 años.
Hoy, como siempre los sábados, una canción diferente, como esta, que abre su disco y que tiene una grandísima fuerza. Francesa al 100%, va cambiando el ritmo y su voz se intercala de maravilla entre las orquestaciones. Espero que os guste.
Con una potente y personal voz, que podemos distinguir en los coros de algunas canciones de su hermano, no tiene nada que envidiarle. Su carrera musical empezó en 1997, pero no fue hasta 8 años más tarde que publicó su primer disco, después del cual vendrían dos más. Su estilo es un pop-rock con ecos de folk, muy sencillo y tranquilo. Nada que ver con el último, en el cual incluso su voz se transforma para darle el matiz necesario, haciendote viajar atrás en el tiempo y sintiéndolo como si hubiera sido grabado hace más de 40 años.
Hoy, como siempre los sábados, una canción diferente, como esta, que abre su disco y que tiene una grandísima fuerza. Francesa al 100%, va cambiando el ritmo y su voz se intercala de maravilla entre las orquestaciones. Espero que os guste.
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