martes, 27 de agosto de 2013

Fireflies - Still corners

Parece que el verano ha querido facilitarme la vuelta al trabajo, con este ambiente gris y fresco. Con un día triste, lluvioso, de los de encerrarse en casa, preludio y pequeño aperitivo de otoño que al menos me ayuda a quitarme la nostalgia y a llevar mejor las pocas ganas de volver que tenía. En una semana de esas tan descolocadas como el tiempo, de ritmos reposados y vuelta a la vida progresiva a tu alrededor, quizás sea el momento de pasar por el blog una canción que pertenece a uno de los discos que más me lleva acompañando todo el verano.

Sus responsables se llaman Still corners, han publicado este año su segundo disco titulado "Strange pleasures" y podrían describirse como algo a medio camino entre Beach house y Chromatics. Menos evocadores que los primeros y menos duros que los segundos, su fórmula de sintetizadores, percusiones sutiles y voces femeninas susurrantes es infalible en su deseo de transmitirnos una acuciante sensación de relax. Canciones para degustar en cualquiera de estas noches de verano sintiendo por fin el esperado frescor, a luz ténue o mínima para poder leer. Con la mente con esa misma luz, para que todo su envoltorio y su ambiente nos empape de cabeza a pies. Algo así como lo que describí aquí para su correspondiente reseña para Crazyminds.

Y entre todas, quizás esta "Fireflies" fuera la que me caló primero, quizás por transmitirme todas estas sensaciones multiplicadas 100 veces, quizás por su melodía ligeramente arrastrada, quizás por su aurea ochentera. Sea como sea, un aperitivo adecuado para saborearlos por primera vez y dejarnos llevar por su embrujo.

lunes, 19 de agosto de 2013

Safe and sound - Capital cities

Pocas cosas hay mejores que dejar la mente en blanco por unos minutos. Pero para ello lo mejor es sumergirse en el agua, ir nadando hasta el fondo, alejados de todo el mundo, contemplar primero los montecillos de arena blanca del fondo y el divertido movimiento de nuestros pies luchando para no hundirnos. Entonces es el momento de tumbarnos y flotar sobre el agua, extender los brazos y sumergir nuestras orejas bajo el agua. Que sólo se oiga el movimiento del agua (si la presencia cercana de un motor de barco no lo impide). Autismo total, consciencia única de nuestro cuerpo. Única preocupación, no hundirnos, contar nubes (si las hay). Perderse en la inmensidad del cielo azul. Escenario ideal para vaciar nuestra mente y sentir, por un momento, que estamos fuera del mundo. Sin sentirlo, sin ver como todo da vueltas, sin saber donde estamos, porque el cielo es igual en todos lados.


No es que sea la canción más adecuada para ello, pero sí otra de esas canciones de "no pensar". Otro caramelito de baile ligero y refrescante que ocupa mi mente a momentos, que conozco desde hace casi un año. Un dúo californiano que por fin ha publicado su disco de debut, con el que siguen con las mismas ganas de hacernos bailar que sus aperitivos prometían. Muchas influencias ochenteras, electrónica sutil y ligera y unas melodías dulces y pegadizas son la receta con la que nos intentan conquistar, aunque sus mejores temas siguen siendo los que ya nos hicieron conocer antes. Como esta que, además, viene acompañado de un original vídeo. Que la disfrutéis.


sábado, 17 de agosto de 2013

Pumpin' blood - NONONO

Agosto. Cerebro blando, calores, medio país disperso en vacaciones, ganas de no hacer absolutamente nada. Mallorca, tranquilidad, comida de mamá, Mediterráneo. Baños hasta que se arrugan las manos en aguas cristalinas de fondo verde rodeada de pinos. Horarios desplazados, caza de perseidas, Anna Karenina en la tumbona del patio, día y sobretodo noche, vida al aire libre. Reencuentros y amigas que siempre están ahí. Bikini, vestidos, sandalias y shorts. Desconexión absoluta. Felicidad.



Y obviamente como no podía ser menos, mi lista de canciones de este verano, para quien le apetezca suscribirse. Como siempre, canciones de este año y de anteriores, descubrimientos festivaleros, delicias pop, temas para bailar allá donde sea y también para relajarse bajo las estrellas. Un poco de todo, canciones ligeras y frescas como el gazpacho de mi madre que no falta ningún día, como la horchata de la tarde. Alguno de los cuales iré pasando por aquí a lo largo de esta semana, para que podáis escoger vuestro favorito.

Como esta con unos silbiditos a los que es imposible resistirse, una canción para llevársela a todo volumen en el coche de camino a la playa, como alguien que pulula por aqui dijo en una ocasión. Fresca y bailonga, que entra a la primera, sin pretensiones más que hacernos sonreír y transmitirnos buen rollo a raudales. De una banda debutante que poco a poco va asomando la cabecita con canciones como esta, cien por cien infalible. Espero que os guste.

viernes, 9 de agosto de 2013

Especial Low Cost (III): Domingo / It's my cheating heart that makes me cry - Glasvegas

A punto estuve de contar todo lo del domingo del Low cost en la entrada anterior, pero la densidad de todo lo explicado el sábado bien merecía un post por sí solo. Tercer día de festival, la jornada que iba a ser un poco más tranquila, el cansancio era más que patente y ralentizó todos nuestros movimientos durante el día. Una comida exquisita y una larga siesta en la playa ayudaron a sobrellevarlo mejor, aunque mi voz se había quedado definitivamente en algún punto del recinto del Low cost, el "drama" de cada festival, ninguna novedad.

Entrada al recinto y primera parada, Glasvegas. Un grupo que me habían hecho conocer hace ya unos años y que por alguna razón no acabó de engancharme en sí mismo, incluso la escucha semanas antes de su disco me dejó un poco indiferente. Aún así tenía mucha curiosidad por verles en directo, y un comentario favorable de Sabino hizo que me animara a hacerlo. De hecho se medio solapaba con mis queridos L.A., por lo que tenía decidido irme a mitad de concierto si me aburría. Pero finalmente me quise quedar a ver el concierto entero. Porque sí, fue toda una sorpresa, un concierto de los que no te esperas que te llegue tanto y de esos tras los que quieres escuchar en disco al grupo en sí con otra perspectiva. Aún con las desafinadas de James Allan, desde la primera canción se mostraron enérgicos instrumentalmente y con un puntito de épica que me ganó a los pocos minutos. En un escenario principal mucho más tranquilo que los días anteriores, consiguieron metersenos a todos en el bolsillo con una ejecución muy efectiva de sus temas, aún notándose el bajón que suponen los de su segundo disco, y presentando algún que otro nuevo tema que no suena nada mal. Porque sí, su disco es el primero, homónimo, del año 2008, y en él es donde están las canciones que nos calaron a todos y nos metieron en su atmósfera. Como este "It's my cheating heart that makes me cry" que por una extraña parecí reconocer como de haberlo escuchado hacía mucho tiempo y que sin ser el más significativo recuerdo haber disfrutado mucho en directo. Un concierto del que guardo un gratísimo recuerdo y con el que la banda se ganó mi cariño.


Tras errar en el horario de L.A. y pegarme la carrerita para sólo enganchar el final "Outsider" y quedarme un poco frustrada, volví al escenario principal para el concierto de Love of lesbian, el único que ofrecían este verano en un festival. Un concierto que prometía ser de dos horas (como los que llevan haciendo en sala) y para el que el escenario se llenó de miles de jóvenes fans con un comportamiento un tanto molesto algunos,  de ellos, algo que desde el minuto cero me causó un cierto malestar que no pude evitar arrastrar el resto del concierto. Los que me conocéis sabéis que siempre he defendido a Santi Balmes y los suyos, que son una de mis bandas españolas favoritas y que les he visto en directo en contadas ocasiones. Quizás por el efecto de una mal llevada popularidad que les ha llevado a adulterar uno de sus mejores temas del último disco para el patético anuncio de cerveza de turno de este año no vi sobre el escenario lo que estaba acostumbrada a ver. Porque si uno de sus mayores potenciales era el directo, al menos en el festival demostraron que poco queda de aquello. Porque sonaron totalmente lineales, planos, todos los temas iguales, los movidos iguales que los más íntimos, sin crear más atmósfera que la que los cánticos de todos los asistentes creaban. Con una fila instrumental con el volumen bajado y casi desganada, sólo se escuchaba a Santi cantar. Quizás tuvieron un mal día, quizás la tecnología no estuvo de su lado y tuvieron algún problema, eso nunca lo llegaré a saber, aunque a muchos sí que gustaron por lo que he podido leer en diferentes crónicas. No lo pasé mal, siempre es un placer corear esas canciones que me sé de memoria y que me llegan al alma, aunque se centraron demasiado en sus dos últimos discos, incluso con algún patinazo en la selección de los temas. Pero me dejaron un sabor de boca bastante agridulce que me quitó las ganas de no volver a verles en directo en un tiempo. Una lástima.

He de decir que la última media hora de concierto no la vi porque tocaban uno de los grupos que más ganas tenía de ver, Toy. La banda inglesa que fue mi gran debut del pasado año tiene un estilo musical que en sí es difícil de llevar al directo. Pude estar casi en primera fila por el escaso número de personas que les presenciamos, eso sí, todos metidos de pleno en la atmósfera sonora con la que nos embadurnaron desde la primera canción, una atmósfera potente pero que peligraba hacer sonar todas las canciones igual. Algo que a momentos sí ocurría pero que no nos dejó con esa sensación final. Porque su concierto me transmitió sensaciones diferentes a las que me transmite el disco, más intensas quizás, que también disfruté. Muy concentrados en su sonido y procurando construir ese muro sonoro, fueron repasando todos los temas de su disco, que me hizo mucha ilusión escuchar. Una propuesta muy interesante en un concierto que me recordó a los pequeños conciertos del Primavera Sound (cosa que disfruté), que quizás por su dificultad aún les queda por pulir algo en directo pero muy prometedora.



Tras reunirnos otra vez decidimos quedarnos sentados a escuchar a Standstill, sobretodo por las ganas de Naiara de verles en directo. Mi recuerdo reciente del Cruïlla no me motivaba mucho a quedarme, todo sea dicho. Pero, cosas que pasan, lo que sentí fue muy, muy diferente. Quizás porque por fin escuché en directo "Adelante Bonaparte" y la preciosa "Por qué llamas a estas horas?" cuando ya estábamos a punto de irnos, quizás porque sacaron toda su potencia sonora y nos dejaron con la boca abierta, quizás porque la voz de Enric Montefusco estaba en plena forma. Fuera lo que fuera, nos quedamos y lo que vimos fue algo grande. Potente y sonoro pero melódico, experimental pero envolvente, finalmente me convencieron, sí, finalmente pude constatar lo que se me había dicho de que son muy buenos en directo. Una gran sorpresa y un gran final para el Low Cost.

Un festival que podría definir sus sensaciones generales como sorpresa. Tanto por muchos de los conciertos que presencié, que lo fueron, como para el festival en sí. Aún con algún aspecto a mejorar (como el tema baños, demasiado escasos para los que éramos), su carácter pequeño pero de grandes nombres en el cartel, su grandísima comodidad (sin grandes desplazamientos, lo que se agradece y mucho) y su buen ambiente, diverso, entusiasmado y distendido lo convierten en una muy buena propuesta festivalera para el verano, de excelente relación calidad-precio y a tener en cuenta para próximos años. No aseguro que repita, pero si se presenta un cartel tan bueno como el de este año en otra ocasión, quizás no tendré que pensármelo tanto. Aunque guardo tan buenos recuerdos de estos días, tanto musicales como extramusicales, que puede que todo sea una sensación sesgada. Sea como sea, fueron tres días muy, muy grandes, un fin de semana inolvidable en excelente compañía.

lunes, 5 de agosto de 2013

Especial Low Cost 2013 (II): Sábado / The rip - Portishead / Futuresex - Mendetz

Después de la agotadora jornada del viernes no pude evitar despertarme más allá de la una, ya con principio de afonía pero más ganas de conciertos. Tras una comida tranquila en la terraza del apartamento, con vistas al mar y a todo el pueblo, bañito y siesta en la playa y algún altercadillo molesto en el apartamento que dio lugar a unas cuantas risas nos plantamos en el recinto otra vez, sintiendo un ambiente un tanto diferente del día anterior y sobretodo mucha, mucha gente. El cartel de sold out estaba colgado desde hacía días y buen testimonio de ello fueron las colas para poder entrar, aunque causadas principalmente por los molestos controles de acceso.

Por suerte al final la cosa no fue para tanto y pudimos estar a tiempo en el escenario principal para ver a Belle & Sebastian, a quienes les daba una tercera (!!!) oportunidad. Las dos veces anteriores, una en el atolladero/pseudoescenario de la Damm del BAM de hace tres años, donde casi ni pude escucharles, y otra en el Primavera Sound del año 2011 en la que supuestamente no tenían excusa para no sonar, me resultaron un tanto sosos, aún con lo bonitas que me resultan sus canciones y lo que las he llegado a escuchar en bucle. Pero cuál fue mi absoluta sorpresa al comprobar desde el potente inicio instrumental que la cosa iba a ser totalmente distinta. Porque sí, al fin les vi y les escuché como siempre había esperado, dulces, simpáticos, sonoros y sobretodo divertidos. Ventajas de no presentar nuevo material, fueron viajando a cachitos a lo largo de su discografía con canciones como "I'm a cuckoo" o una festiva y celebrada "The boy with the arab strap" en la que sacaron público de las primeras filas a bailar al escenario como colofón y hasta la fiesta final. Acompañados por un buen elenco instrumental de cuerdas y vientos, sonaron como nunca y nos dejaron con una agradable sonrisa en nuestros labios y un dulce sentimiento de fiesta y baile pop. Una auténtica delicia.


A partir de entonces poco podíamos alejarnos del escenario principal porque la hora de Portishead se acercaba, y todos queríamos primeras filas. Se unieron a la comitiva festivalera unos simpáticos amigos de Naiara con los que también lo pasamos en grande, y conseguimos nuestro objetivo de estar lo suficientemente cerca del escenario como para que la gente alrededor estuviera pendiente del concierto y se respirara la atmósfera que se requiere para una propuesta tan delicada como la de estos genios del trip-hop. Muchos años esperando para verles tuvieron como recompensa un festival de emotividad y sonido, intimismo y garra electrónica ruidosa, acompañado por cuidadas y sencillas proyecciones que le conferían la guinda final a todo ese espectáculo de los sentidos que resultó el concierto. Un concierto en el que sentimos el pecho estallar al compás de los trallazos de "Machine gun" para luego calmar el corazón con una sentida y casi acústica "Wandering star", derretirnos con las celebradas canciones del eterno "Dummy" que fueron desfilando y bailar suavemente con los ritmos de los temas de su difícil "Third" que gana tablas sobre un escenario. Y delante de toda esa maquinaria, una voz, un carisma, puro sentimiento, pura emoción, pura actitud. Beth Gibbons, grande y sutil, entregada y cómplice con el público (al que incluso bajó para dar la mano a las primeras filas), confiriendo ese último matiz que llena las canciones de significado, que acaba de hacer que estas arañen nuestro corazón y nos dejen huella, nos calen, nos enamoren. Como me enamoré perdidamente de "The rip" y su evolución de menos a más, por lo que se gana el acompañar esta entrada, como hizo que mis lágrimas brotaran tras los primeros compases de esa "Roads" ante la que es imposible quedarse impávido. Podría escucharla mil veces y nunca se me dejará de encoger el corazón al hacerlo. Como regalo a todo esto, en deezer alguien compartió la setlist del concierto y esta se ha convertido en banda sonora de estos días, para rememorar una y otra vez todas las sensaciones vividas. Porque posiblemente sea uno de esos conciertos que nunca olvide.





Resulta muy difícil encarar cualquier otro concierto después de una tormenta sonora y emocional como la de los de Bristol. Quizás sea por ello que todo lo atropelladamente que pude ver tres canciones de Dorian me supiera a poco (pero a los que sigo con muchas ganas de poder ver bien), o que la propuesta de Crystal castles que me dejó completamente alucinada en el pasado Primavera Sound y cuya experiencia quería repetir ya conociendo más bien las canciones y habiéndome enganchado profundamente a muchas de ellas no la disfrutara tanto como esa primera vez. Quizás por haber perdido también el factor sorpresa, porque los gritillos de Alice Glass me chirriaron un tanto, sí que entré en su tremenda atmósfera de baile de la que es imposible escapar pero finalmente me resultaron un poco cansinos y las ganas de Naiara de ver a Mendetz hicieron que me picara la curiosidad por verles de nuevo y darles la segunda oportunidad que merecían.


Y eso resultó el gran acierto de la noche, porque fue mi tercera sorpresa del festival. Me encontré con un enorme festival de baile guitarrero-electrónico, viendo muy claro que es ese el tipo de música que yo personalmente más disfruto para bailar. Con un sonido potente, simpatía y muchas ganas de hacer bailar a todo el mundo, los barceloneses pusieron patas arriba el segundo escenario cumpliendo con creces su objetivo. Si la primera vez que los vi no acabé de entrar en su show por ambiente y circunstancias (teloneros de Love of lesbian, última hora de la tarde, ganas de conversar) esta vez fueron toda una revelación, artífices de una gran fiesta que acabó de machacar los pocos pies que nos quedaban y nos hizo olvidar por un momento el cansancio acumulado que llevábamos, de la misma manera que Chk chk chk lo habían hecho el día anterior. Fue un concierto final de fiesta de sábado que nos hizo volver a casa felices, con su temazo final de concierto "Futuresex" en la cabeza (que también acompaña el post) y ganas de guardar fuerzas para, al menos, aguantar dignamente los embates del último día de festival que nos esperaba.



viernes, 2 de agosto de 2013

Especial Low Cost 2013 (I): Viernes / What you know - Two door cinema club / One girl/One boy - !!! (Chk chk chk)

Festival Low Cost, del 26 al 28 de julio. El plan era apetitoso: playa, sol y conciertos. Y el cartel, aún más. Portishead y Two door cinema club como reclamos principales, especialmente los primeros, una de las bandas que más ganas tenía de ver en directo desde hacía tiempo. El precio del abono por tres días, más que asequible. Aún así me costó convencerme, pero al final Naiara lo consiguió. Una que se acostumbra a vivir bien después de tener en la ciudad en la que vive un gran festival, cuesta coger la maleta e irse a otro lugar de festivaleo, hasta da pereza, y menos aún, de buenas a primeras, a un sitio como Benidorm.


Porque sí, pongámonos en contexto. Benidorm. En otras palabras, un concentrado en lata del horterismo patrio y de pura cepa. Vamos, como para salir corriendo si uno no se lo toma en coña. Aún así, todo sea dicho, las aguas cristalinas y cálidas de su playa acaban por convencer, qué narices, para tres días no está nada pero que nada mal. Y el festival, por el que tenía mis dudas, fue toda una sorpresa. Porque fueron tres días inolvidables, llenos de risas y mil anécdotas, en el que nos acabamos juntando unos pocos y ello trajo consigo una estupenda compañía que fue el aderezo ideal para los excelentes conciertos que presenciamos. Todo un conjunto de elementos que quedó fijado en la memoria en forma de mil recuerdos a cuál mejor de todos.

Llegamos el viernes un poco desubicados, tras reunirnos Naiara y yo con su amigo Sabino, varias aventuras en busca de nuestro apartamento que acabaron con final inmejorable, gran comilona, siesta reparadora previa a lo que nos esperaba y baño-refresco en la piscina, que el calor apretaba de lo lindo. Y es que en realidad era el día más potente, el que más conciertos interesantes albergaba para los tres. No podían fallar las fuerzas ni podíamos dejarnos amedrentar por ese intenso calor que se dejó sentir desde el primer hasta el último concierto y que nos proporcionó algún que otro momento crítico con el que finalmente la música pudo y venció.


No nos dio mucho tiempo a explorar el terreno tras obtener las pulseras porque sobre uno de los escenarios ya estaban actuando Delorentos y aunque Naiara y yo los habíamos visto hacía un año no queríamos perdérnoslos, convencidas de que a Sabino le gustarían, como así fue. Porque finalmente fue una estupenda manera de empezar el festival, con toda su frescura, su simpatía (dirigiéndose a nosotros en un sorprendente español), su desparpajo y esas canciones desenfadadas y guitarreras que nos hicieron sudar las primeras gotas de la noche. Tal y como les vimos en la Music Hall, o quizás incluso mejor tras conocer mejor sus canciones, los irlandeses repasaron sus mejores temas dejándose para el final ese tremendo "S.E.C.R.E.T" del que me enamoré en su anterior concierto. Saltábamos todos y sólo era el primer concierto de la velada, porque siempre es un placer toparse con ellos.


Había que reservar fuerzas porque el plato fuerte de la noche estaba por llegar. Es por ello y por poder coger un buen lugar para Two door cinema club que sacrifiqué un poco a Veronica falls y tuve que escucharles desde la distancia, desde la que su pop guitarrero pero dulce quedó un poco descafeinado y me dejó con ganas de verles en un contexto más íntimo y adecuado, aunque quizás las desafinadas de su cantante posiblemente testimoniaron que no estaban en su mejor día. En otra ocasión será.



Se notaba que uno de los grandes reclamos del viernes eran los norirlandeses, porque más de un cuarto de hora antes muchos éramos los que nos agolpábamos en el escenario principal esperándoles a ritmo de una especie de revival (muy) teenager musical que alguien decidió que era el calentamiento más adecuado. Salieron los chicos de Alex Timbler con esas pintas de guiris-Salou que les caracterizan, él ataviado en traje de chaqueta y corbata, tan elegante como sorprendentemente cómodo pese al bochorno que reinaba en el lugar en esos momentos. Si hace ya dos años y medio lo pasé en grande viéndoles en la Razzmatazz con su primer disco bajo el brazo, siendo mi revelación de 2010, esta vez la cosa fue aún más alucinante. Durante hora y cuarto nos dejaron muy claro que querían que lo pasáramos bien, que bailáramos hasta deshidratarnos, que les acompañáramos en las canciones, a lo que todos nosotros respondimos como nos pedían o incluso más, creando una simbiosis comunicativa entre público y escenario que el grupo debió de disfrutar tanto como nosotros su concierto. Ni el sofocante calor pudo con nuestras ganas de bailar y saltar con sus temas, ni ellos nos fallaron sacando a flote casi todo su repertorio, incluso temas como "Pyramids" que es mi fetiche del "Beacon" y que nunca pensé que escucharía en directo. Si bien es cierto que triunfaron los hits de su primer disco y estos fueron los que pusieron patas arriba el escenario, las canciones del segundo proporcionaron quizás los momentos más dulces, dando lugar a un conciertazo que nos puso a todos los pelos de punta y que tuvo su broche final en el bis cuando tocaron la tremenda "Someday" y la infalible "What you know", una de esas canciones que de tanto que la he compartido y bailado en inolvidables noches de fiesta es ya una de las canciones de mi vida, es por eso que es la primera canción que acompaña esta entrada. Los que pululáis por aqui desde hace tiempo sabéis que son de mis favoritos, después de verles por segunda vez no hago más que ratificarlo.




Tras un breve descanso, volvimos al escenario principal para coger buen sitio para Lori Meyers y comprobar otra vez cuál era el otro reclamo de la noche. Los granadinos ya se sabe que triunfan allá donde van y que han consolidado su carrera con sus dos últimos discos, defendiéndose además con solvencia sobre el escenario, tal y como pude comprobar hace dos años cuando les vi en el BAM donde sin conocer demasiadas canciones lo pasé en grande con ellos. Y esta vez no fue menos, ya que volví a disfrutar de ellos conociendo y coreando más canciones que la otra vez. Con un sonido instrumental potenciado para darle el plus de energía necesario para el directo y la particular voz de Noni en plena forma, presentaron tanto sus temas nuevos como "El tiempo pasará" (con colaboración aquí de Anni B. Sweet) como antiguos, y muy celebrados, como "¿Aha han vuelto?", posiblemente mi favorita de ellos, o "Luces de neón". Demostrando por qué son uno de los grupos más importantes del panorama indie pop nacional.



Aunque técnicamente no había solapamientos en el festival, a la práctica era imposible ver todos los conciertos bien. Ello hizo que no llegáramos a tiempo para ver bien a Delorean, esta vez que el sonido era el que tocaba, una lástima que sólo pudiéramos escuchar las dos últimas canciones y nos quedáramos con ganas de más. Eran entonces sobre las 3 de la madrugada y el cansancio, unido al calor y al sudor pegajoso que este había dejado sobre nuestros cuerpos, invitaban a una retirada, pero no queríamos irnos sin, al menos, acercarnos un momento a ver a !!! (Chk chk chk) y ver si resultaban tan alocados y festivos como se me había dicho. Desde luego, cualquier cosa que se me hubiera dicho antes quedó superada por lo que vi en directo. Un cantante, Nic Offer, pasadísimo de vueltas, vestido en bermudas-calzoncillos de dibujitos y camiseta paseando de un lado al otro del escenario y sin parar de ejecutar curiosas y divertidas coreografías con los brazos que muchos seguimos a lo largo del concierto (y de las que algunos arrastramos ligeras agujetas el resto de días, todo sea dicho). Acompañado por una multitudinaria banda que ejecutó esa mezcla de rock, electrónica y funk que hace que tengan ese sonido tan único. Un sonido y unas canciones que arrasaron con nuestro dolor de pies y nuestro cansancio y nos pusieron a bailar sin parar. Me enganché finalmente a ellos hace poco gracias a su último disco, "Tr!!!ller", lleno de temazos como este "One boy/One girl" que también acompaña la entrada o la electrónica "Slyd", pero en directo resultaron ser toda una fiesta que automáticamente convirtió la primera en una de mis canciones de este verano y al disco en candidato a disco del año. Un concierto en el que no lo pudimos pasar mejor y que nos dejó exhaustos y felices de nuestro primer día en el Low Cost, a sabiendas de que igualmente iba a ser el mejor de los tres días pero expectantes de todo lo que nos esperaba al día siguiente.