viernes, 17 de enero de 2014

Sonsick - San Fermin

Mi primer flechazo total y absoluto de este 2014 resultó estar en el disco que mejor me sienta escuchar estos días. Además, cuando lo necesito, mientras atravieso las puertas correderas de mi trabajo y bajo a cobijo de la oscuridad y el frío de la noche hacia el metro, camino de casa. En el estribillo liberador de esta canción encuentro mi vía de escape mental por unas horas de todo lo que me ocupa el esto del día, con mi cansancio tomando el relevo y imposibilitándome después incluso el poder escribir estas líneas que tantas ganas tengo de llenar.

En este duro comienzo de año encuentro refugio al final del día entre la elegancia y el aroma clásico que desprenden las diecisiete canciones que componen esta pequeña delicia que es el primer y homónimo disco de San Fermin, alias del proyecto del productor y compositor Ellis Ludwig-Leone. Acompañado por los excelentes cantantes Tate Allan, cuyo timbre inevitablemente nos recuerda a Matt Berninger, Jess Wolfe and Holly Laessig (ambas de la banda Lucius), y por más de veintidos instrumentos, construye un trabajo para degustar poco a poco, variado y original.

Un trabajo cuidado al detalle, donde la formación musical universitaria y clásica del compositor asoma por todos lados con el carácter de pequeñas piezas de clásica cercana a la contemporánea que son cada una de las canciones. Más melódicas y épicas como la inicial "Renaissance!", sencillas y cercanas al folk como "Casanova" o "Methuselah" o bien totalmente experimentales como "At night, true love" o "The count". Música clásica y moderna dándose de la mano con gusto y determinación, sin miedo a dejarse empaparse una de la otra. Mostrándose efectivo y arriesgado a la vez, dispuesto a llenar nuestros oídos con un festival de voces e instrumentos tan evocador como rico en matices.

Y enmedio de todo este conjunto, la joya, la culpable de todo. La canción que escuché por la radio una mañana atareada a la espera del primer café y de la que me enamoré al segundo. Una explosión de sonido en la que vientos, cuerdas, electrónica y voces se montan su fiesta particular y hacen partícipes a todos nuestros sentidos. Una canción de las que te envuelven y se cuelan a través de la piel por todos los capilares circulando por todo nuestro cuerpo. Dándonos con ello una confortable sensación de desahogo y alegría a la vez. Y que resulta finalmente tan adictiva que no puedes escucharla sólo una vez. Probadlo y me daréis la razón.

I found me a hopeless case, and resolve to love
Maybe we can find a decent place
When I'm old enough
Found love in an empty gaze, try to fix it up
I found me a hopeless case, oho oho


[...]


Oho, don't be scared / That it's a harder kind of feel
Hold on tight / You must hold on unless you're in it

Ease your mind / And when you think, you're thinking clear
It's alright / You're really tied up and committed
Won’t you say? / But it’s an awful lot of talk
Stop the fight / Before the fire burns too quickly
Don't be scared / Why do you wanna hurt at all?
Hurts all right / Someone's summer kind of sickness 


domingo, 12 de enero de 2014

Laurens walking - Angelo Badalamenti

Realizar un viaje casi irrealizable, difícil de creer para todo aquel con el que se cruza. Perder tanto la noción del tiempo real que tenga que preguntar a qué día está para saber cuánto lleva en la carretera. Atardeceres y amaneceres se suceden e iluminan el camino, un fuego nocturno sirve de cobijo y calor, y la gente a su alrededor pasa, se sienta, charla y se va. De todos aprende pero sobretodo todos aprenden de él. Y todo ello con un firme objetivo: tragarse el orgullo y mover cielo y tierra para volver a ver a su hermano después de diez años sin hablarse. Porque según Alvin Straight, un hermano es la persona que mejor te conoce en el mundo. "Espero no llegar tarde".

En los tiempos de las prisas, de la mensajería instantánea, del aquí y ahora, de la eterna juventud, te topas con una película como "Una historia verdadera" y sientes verdadera paz. Una paz que rezuma entre la tierna y sabia mirada de Alvin, en su resignación y la aceptación de todo lo que le ha pasado en la vida, en su manera de hablar, entre infinitos campos de cereal iluminados por un cielo naranja, en la paciencia y el trote de esa cortacésped de recorrido impensable en la que nuestro protagonista no tiene más remedio que usar si quiere hacer ese viaje. Y sin dejar escapar el sombrero.

Paz que sientes también con la música que le acompaña durante el viaje. Imposible haber imaginado mejor banda sonora para complementar las preciosas imágenes y la bonita historia que nos cuenta el film. Una historia contada sin prisas, casi al ritmo del transporte que la protagoniza, con una música perezosa y de ritmo pausado. Pero llena de pequeños detalles, directa al corazón con su sencillez, pura y emocional. Con los pies en el suelo de su constante guitarra de base y la fluidez y color de los violines que llevan la melodía.

Vi esta película de adolescente en un cine de verano, y trece años más tarde vuelvo a verla y me doy cuenta de lo mucho que recuerdo sus escenas. Porque deja tanta huella como el protagonista por allí donde pasa. Porque, igual que él, resulta totalmente inolvidable. Y deliciosa. Tal y como es su música.

miércoles, 8 de enero de 2014

Nusos - Ramón Rodríguez, Maria Rodés i Martí Sales

Una canción suave para acabar estos ajetreados días de loca vuelta a la realidad. Después de una noche en la que el solo pensamiento de todo lo que me esperaba en el laboratorio me provocó pesadillas, y que hizo que las mismas se transformaran en un montoncito de cosas pendientes aún más grande. Y en varias llamadas y unos cuantos mails más de los que te colocan los pies en el suelo de un tortazo. Será por el modo post-vacacional que llevo encima que no afecta tanto como lo hubiera hecho en otro momento. Benditas vacaciones.

Una canción suave de uno de los discos que me conquistó las últimas semanas del año. Una conquista acrecentada y finalmente conseguida gracias al concierto en el que pude ver a estos tres entes de la música catalana juntos sobre un escenario. Tres entes totalmente diferentes pero que el pasado año decidieron juntar sus talentos y sus neuras en un disco, "Convergència i unió", una pequeña joyita de ocho temas en los que cada uno de ellos deja su imprenta personal en forma de canción. Canciones con fuerte personalidad pero que finalmente forman un conjunto armonioso y coherente.



Una canción suave que me enamoró a primera escucha y a la que me rendí por completo al verla en directo. Un directo familiar, en esa curiosa sala que es la Ramon Romagosa de Cornellà, en el que nos refugiamos del frío helador de diciembre con la calidez de sus canciones y sus voces. Un Martí Sales (de The surfing sirles) poético dándole el toque intelectual y literario a la velada, una Maria Rodés concentrada, encantadora y dulce y un Ramón Rodríguez (The new Raemon para los amigos) aún más encantador con su preciosa voz y demostrando el gran músico que es, incluso cogiendo los palos de la batería en una canción. Y por encima de todo, una mirada. LA mirada. Esa mirada llena de ternura y de admiración de Ramón a Maria mientras cantaban juntos. De lo más bonito que he visto últimamente.

Una canción suave con una letra (escrita por Clara Vinyals de Reinaldo & Clara) corta pero llena de frases tan dolorosas como reales, que puede perfectamente reflejar lo que más de uno ha sentido alguna vez. Que se te mete en la cabeza en su estribillo y la sientes tuya, que te consuela. Que hace la canción aún más deliciosa. Si cabe.

Podríem haver vist problemes
enlloc de tantes virtuts
I quan els gustos canviessin
no es faria tan dur

M'he esforçat per arribar tard
per no trobar-me el que està passant

A la que es creu causa perduda
no hi caldria invertir temps
Però desfer-se havent-hi nusos
es torna un procés lent

domingo, 5 de enero de 2014

Bye fear / Hi love - Neuman & Ken Stringfellow

El olor a chocolate que impregna la cocina de casa de mis padres y se extiende por toda la casa. La dulzura del roscón que lo acompaña y de los caramelos que habremos luchado por coger para guardarlos y no saber qué hacer con ellos. La ilusión de rememorar con pequeños gestos los momentos más felices de mi infancia, tanto por mi parte como por la suya. Salir a la calle y sentir, sólo por un día, la felicidad del alumbrado dando brillo a la ciudad, iluminando de diferentes colores eso tan bonito que son las caras y los ojos de los niños que miran fijamente la cabalgata.


Niños que saludan y gritan a su rey favorito, que buscan entre las montañas de regalos de los camiones donde estará su consola, su muñeca o su bici (porque por suerte los niños aún piden estas cosas por Reyes). Niños que días antes han hecho carrera por ser los más buenos del mundo para que al menos no les caiga tanto carbón. Niños tan pequeños que no entienden nada pero sonríen por la magia del momento. Y que con todo ello te regalan un mágico viaje de ida y vuelta a tus mejores recuerdos de cuando eras tú quien machacaba los sacrificados hombros de tu padre.


Sé que me repito como el ajo y que cada año cae el post sentimentaloide de turno reivindicando esta sencilla festividad. Sí, me gusta, y este año además tiene un carácter aún más especial por poder celebrarlo con mis padres después de varios años sin hacerlo. Porque mañana tocará mirar debajo del árbol y desenvolver algún paquete con toda la ilusión del mundo mientras en la mesa humea un chocolate con roscón, recordar esos desayunos de Reyes escuchando por la radio lo que les habían traído a otros niños y salir a la calle para ver los montones de cajas alrededor de los contenedores y, sobretodo, verlos pasear y que aún sienten ilusión por exhibir sus nuevas adquisiciones.

¿Una canción para acompañar esta ilusión? Sí, una canción alegre y luminosa, que refleje un poco ese espíritu. Y me topo con una de las que componen el disco que los murcianos Neuman junto a Ken Stringfellow que ocupó uno de los 30 puestos de honor de mi lista de discos de este año, y me resulta totalmente apetecible. Por qué no. Que tengáis felices reyes.