miércoles, 31 de diciembre de 2014

Do it again - Robyn & Röyksopp (y 39 canciones más que me han acompañado este 2014)

Agota sus últimas horas este año y a pesar de la poca actividad que ha habido por aquí a lo largo de 2014 no quería pasar sin escribir antes de que se acabe. Y con ello, largar la primera de las listas de la música que más me ha acompañado este año, este año un poco retrasadas y empezando por la amalgama de canciones variopintas que han ocupado principalmente mis oídos y mi cabeza en diferentes momentos del año. Ordenadas por momento del año en el que tuvieron su significado, no he podido bajar de 40 temas y, como es de imaginar, la mayor parte no han tenido su correspondiente entrada por aquí. Es por ello que, a modo de excepción, esta entrada estará compuesta de todas estas canciones, una a una y en forma de lista de Spotify para que os suscribáis si os apetece.

Canciones que recorren un año de algún momento más duro pero recompensado con muchos otros extraordinarios. Que me ha enseñado a vivir el momento sin pensar en lo que vendrá, a tener paciencia para que el tiempo coloque cada cosa en su lugar, a valorar a las personas que de verdad están a mi lado, que las mejores sorpresas pueden venir cuando y donde menos nos las esperamos, y que lo que habíamos pensado que buscábamos en realidad no era así, sino diferente y aún mejor. A dejarnos llevar por lo bueno, sin más.

Y aquí va la selección, con la que os deseo un año 2015 lleno de cosas buenas y mucha música.

- Sonsick - San Fermin
Porque escucharla es trasladarme a los ajetreados primeros días de 2014 que acabaron en bonitos atardeceres boreales.


- Un sueño terrible - El último vecino
Una de mis primeras bucle-canciones del año descubierta en una lista recopilatoria del año anterior. Delirio ochentero irresistible.


- En aquel tren - Viento Smith
O la mejor y más bonita descripción de un momento íntimo que se ha publicado en años. Canción de pelos de punta y emoción contenida.


- Everyday robots - Damon Albarn
Una canción rítmica y delicada, original y pegadiza, que acompañó muchos de mis días de invierno. Irresistible.


- Lies - Chvrches
Ponerme esta canción en el mp3 y sentir como define cada uno de mis pasos. Llevármela a correr y que marque como ninguna cada zancada. Del año 2013 pero protagonista una parte importante de 2014.


- Ghost surfer - Cascadeur
El regreso del misterioso hombre del casco me enamoró a primera escucha. Lástima que el resto del segundo disco no estuviera a la altura.


- Ser brigada - León Benavente
Por mucho que el disco lo descubrier en 2013 esta canción fue mi banda sonora en muchos momentos. Porque es imposible escucharla sólo una vez y porque es tan intensa como potente. Porque el bajo de base y el guitarrazo del estribillo son de auténtica locura.


- Un corazón lleno de escombros - Julio de la Rosa
Dentro del despertar que he tenido este año con el indie nacional (¡al fin!), este hombre fue uno de mis mayores y mejores descubrimientos. Porque las canciones despechadas de su último trabajo no pudieron entrarme mejor, porque no pude evitar escucharlas y regodearme en ellas una y otra vez. Sobretodo con esta. ¿Quién no se ha sentido así nunca?


- A Joni Mitchel con todo mi amor - Ricardo Vicente
Un poco tarde descubrí a este grande del indie nacional, pero a tiempo para no perderme esta y otras maravillas de su último disco, publicado a finales de 2013.Pura sensibilidad.


- Carnival - The Family Rain
Por mucho que explore diferentes terrenos musicales, siempre habrá un lugar en mi corazón para canciones como esta de raíz británica porque son irresistiblemente alegres.


- Mis días - Hans Laguna
Otra de las pequeñas delicias que me hecho reconciliarme con la música hecha en español. Una canción sencilla pero sentida, preciosa como ella sola.


- Medecine - Rinoçérôse
Qué decir más de este trallazo que llenó de energía algunos días difíciles, si tuvo su momento en este espacio. Que levante la mano a quien no se le vayan los pies.


- Hey, Doreen - Lucius
Si hay en el mundo una canción revitalizadora, sin duda es esta. Imposible resistirse a sus "oohh yeahs" y a su estribillo coral y liberador. Buenas voces, un poco de ritmo y una canción pop casi perfecta. De esas que apostaría lo que fuera a que podrían gustar a todo el mundo.


- La teva buidor / Llepar-te - Mishima
Mis adorados Mishima publicaron nuevo trabajo este año y de nuevo no decepcionaron. Si "La teva buidor" fue la primera que me enganchó del disco, "Llepar-te" fue al final la que ganó un significado especial. "No hi ha res millor..."




- Cansado - Los flechazos
Sí, a estas alturas de mi vida descubriendo a Álex Díez, sus Flechazos y su proyecto posterior, Cooper. Sí, aunque en realidad me lo descubrió uno de los grandes asiduos a estos lares, este año exploré en su discografía y me enganché a maravillas como esta, que tanto significado tuvo en el momento en que cayó en las garras del modo bucle.


- Dear friend - Jonathan Wilson
Mi primavera empezó con las primeras brisas cálidas en mi rostro, los primeros domingos de vinos y sol por la ventana y esta y otras delicias del último trabajo de este barbudo en bucle. Música tranquila para momentos convulsos, terapéutica y purificadora.


- Van Occupanther - Midlake
Uno de mis principales descubrimientos primaverales fueron estos norteamericanos de sonido cercano al folk y dulce melancolía. Mientras la tormenta se asentaba, esta y otras canciones me sirvieron de consuelo y refugio.


- When the sun hits - Slowdive
Un anochecer primaveral y esta canción sonando, para después sonar en bucle muchas noches de primavera y verano. Pura delicadeza y amor.


- Talking backwards - Real Estate
Una delicia ideal para acompañar las tardes de luz creciente y llevarse después en la cabeza a la playa. ¿Alguien que se resista a sus dulces guitarrazos?


- The upsetter / Love letters - Metronomy
Tanto el grito desesperado del estribillo de "The upsetter" como la alegría funk de "Love letters" han ocupado tantas horas de escucha que no puedo excluir ninguna de las dos.



- Seasons (Waiting on you) - Future Islands
Posiblemente, una de las canciones del año para mucha gente. De hecho, no hay lista o top que no la contenga. Y es que resulta imposible no caer ante la grandeza de la misma y quedarse con los pies quietos.


- Jealous (I ain't with it) - Chromeo
Otro de los grandes temazos de este año, le pese a quien le pese. Los canadienses Chromeo rescatando el mejor sonido funk, llevándolo casi al borde de la comercialidad sin caer en el sonido hortera. Una canción para bailar y ponerse de buen humor sin pretensiones.


- Lights & music - Cut Copy
Una de mis canciones de baile de este año, por mucho que tenga ya unos años. Una de las que más veces he escuchado y más me han hecho entrar ganas de bailar. Una de esas de menos a más que con capacidad de hacerme volver loca.


- Do it again - Röyksopp & Robyn
Si queremos hablar de canciones potentes, liberadoras y bailongas, señores, esta está en el top absoluto. Un pepinazo electrónico fabricado para gastar zapatillas, desgañitar gargantas y hacer perder los estribos. Si os digo la verdad, una de mis grandes canciones de este año.


- I follow rivers - Lykke Ly
Dentro del episodio de canciones a las que llegué tarde, esta se lleva la palma. Tantos años viéndola por todos lados y nunca me había llamado la atención hasta que un día de Junio me descubrí con la misma en bucle en mi cabeza, y nada volvió a ser lo mismo. A partir de entonces, escucharla al salir por ahí y darlo todo fue directo. Y si es en este remix, mejor.


- Hot dreams - Timber Timbre
Dejemos por un momento los bailoteos para alzarnos ante una de las mayores maravillas de canciones de este 2014. Una canción para cerrar los ojos y dejar que nos evoque noches y calles repletas de neón, un slow dance con la persona de nuestros sueños o simplemente una noche de verano de elegida soledad ante una ventana. De sabor antiguo y supurando elegancia por todos lados, es imposible no caer en su embrujo.


- Capital - Neleonard
Me enamoré de esta bonita canción a la primera escucha y aluciné al saber que se trataba de un grupo recién formado. Y no sé cuántas veces la habré canturreado.


- County line - Cass McCombs
Otra delicia para noches de verano y ojos cerrados. Más elegancia y aire antiguo, mas delicadeza y encanto.


- Legal man - Belle & Sebastian
Pues sí, esta tenía que estar sí o sí. Sólo por ser la que protagonizó uno de los grandes momentos del verano y del año. Que por muchos años que tenga ganó un significado para siempre.


- Odessa / Can't do without you  - Caribou
Un grupo, e incluso una canción que no te gustaba pero de repente te descubres escuchándola en bucle. Esa fue "Odessa", quizás una de las canciones que ha simbolizado mi creciente interés por la electrónica. Y si después el mismo grupo va y firma una canción tan adictiva como "Can't do without you" no te queda más que adorarles.



- With light and with love - Woods
Nueve minutazos en los que un guitarrazo de sabor estival se cuela en nuestra cabeza hasta hacernos enloquecer. Una canción larga que no deseamos nunca que acabe, que deseamos que siga dándonos cobijo para quedarnos a vivir entre cada nota de guitarra. Otra de las que se dan de cabezazos para optar a mi canción de 2014.


- La chica (a la que todos escriben canciones de amor) - La Banda Municipal Del Polo Norte
Incorporé esta canción a última hora porque de repente recordé la cantidad de veces que llegué a escucharla en un momento determinado de finales de verano, por mucho que ya tenga unos años. Será su crescendo, sus nananás finales o el sarcasmo de su letra algo tiene que, sin ser realmente relevante, me llegara al alma.


- El mismo lugar - Cosmen Adelaida
Quizás porque su letra refleja un momento muy pasado y ya superado de mi vida y soy capaz de escucharla sin desmontarme, quizás por su bonita melodía, sus polifonías o su ritmo medio. Sea como sea, considero que es otra de las grandes canciones del año. Un grupo y una canción a reivindicar.


- Toda la vida - Modelo De Respuesta Polar
Sin abandonar las canciones dolorosas, la melancolía de esta (y otras) maravilla de esta formación valenciana me resulta irresistible.


- I don't want to change you - Damien Rice
Otra de las grandes canciones de este año, presente en muchas listas, es esta maravilla con la que Damien Rice volvió a aparecer en el panorama musical. Emotividad, orquestaciones y todo tipo de artimañas musicales para ir directa al corazón y acompañar días otoñales llenos de luz. "I've never been with anyone the way I am with you"


- All this love - Angus & Julia Stone
Podría haber escogido cualquiera de su último disco pero sin duda esta es la que más quedó fijada en mi cabeza. Por no poder parar de repetir su estribillo en un momento determinado. "There's all this love if you need it".


- Digital witness - St. Vincent
En realidad esta canción lleva presente en mi alrededor todo el año pero cobró más significado que nunca tras ver a su intérprete en directo y alucinar con ella. Otra más de las presentes en todos lados, una gran canción llena de ritmo, cambios y un estribillo poderoso.


- Cool like me - Fryars
Una de mis últimas conquistas es esta canción de baile elegante ideal para despedir el año con alegría y desenfado. Porque pinta convertirse en una de las que más escucharé el año que viene.



lunes, 3 de noviembre de 2014

With light and with love - Woods

Antes de que este verano alargado eche definitivamente el cierre, cerremos definitivamente las ventanas de casa y amablemente se nos invite a buscar refugio entre paredes es el momento de pasar por este espacio una de mis canciones del ya pasado verano. Y, con ella, dar tres pinceladas de lo que fue el concierto que esta banda dio en la 2 de la Apolo el pasado 14 de Septiembre. Para no perder la costumbre, escribiendo estas líneas pasado más de un mes desde entonces, y tras haber acudido desde entonces a aproximadamente unos diez conciertos. Que se dice pronto. Quién dijo parar (quizás yo, que por primera vez necesito descansar como nunca).


Desde que se anunció me sorprendió que una banda como Woods fuera ubicada en una sala de pequeño aforo. Era por tanto obvio que la sala se llenaría, porque quién puede resistirse a la propuesta guitarrera de aires sesenteros de estos norteamericanos. Porque si su sonido en disco, especialmente del publicado este año, "With light and with love", es de los que evocan brisa y verano, insufla dulzura y garra guitarrera soleada a la vez, su translado a un escenario es aún más brillante. No quedó mandíbula cerrada durante la hora y cuarto de concierto que nos ofrecieron, no quedó corazón sin vilo ni cabeza inmóvil. No quedó alma sin devanear entre los guitarreos intensos (sobretodo gracias al enorme guitarrista de la banda) y la explosión instrumental improvisada que mostraron en dos de los momentos cumbres del concierto, las canciones "Size meets the sound" y la inmensísima "With light and with love". Todo interpretado con perfeccción y maestría, en un descontrolado control milimetrado y natural. Cómo sólo los buenos músicos consiguen.


Pelos de punta y música mezclada con sonrisas de un final de verano que se daba la mano de un comienzo de algo incluso mejor. Ilusión y alegría, intensidad y desenfado, esperanza y aventura. Viaje sónico y sentimental dados de la mano, con los ojos cerrados para dejar la cabeza a medio camino entre el cielo de las guitarras y allí donde me llevaban. De un verano eterno como el que la canción que da título al disco invita y acompaña, del mar que había dejado sobre mi piel las últimas capas de sal de la temporada pocos días atrás.Y que evoco una tarde oscura y gris de noviembre recordando que aquello fue un fin y, a la vez, un inicio del cual aún saboreo sus dulces consecuencias.


viernes, 12 de septiembre de 2014

County line - Cass McCombs

Otra cálida noche de septiembre y desde mi galería intento entrever los restos de la última superluna del verano. Un verano al que le quedan poco más de diez días y que ha sido tan intenso musicalmente que las melodías siguen en duelo de neurona a neurona intentando sobrevivir y no caer por los surcos. Como esta delicia de Cass McCombs que me lleva directamente a la noche del 10 de Julio, al también delicioso Petit Format celebrado en los jardines de Ca'n Sumarro de l'Hospitalet de Llobregat, pequeño festival gratuito del que me enamoré perdidamente el año pasado viendo a Neil Halstead.


Una sesión de conciertos que empezó con una reunión que sería la previa a la gran reunión del verano, esa que ha desembocado en una lista imparable de eventos a compartir, por obra y gracia del festival Maldaltura al que acudimos una semana después. Que continuó con Tirana, primer concierto de la noche que, aunque a muchos entusiasmara, no me causó demasiado efecto. Y con unos encantadores Renaldo i Clara, pura dulzura y sencillez pop suave cocinado para hacer las delicias de los amantes de los sonidos delicados de pocos decibelios, casi a modo de nana, incluso con algún eco a los también encantadores Stereolab, ideal para mecer el anochecer que acompañaba.


Pero, como he dicho al principio, el gran reclamo de la noche para mí era Cass McCombs. Un músico de extensa trayectoria y discografía que apenas dominaba pero que pocas canciones escuchadas en la radio y alguna recomendación por parte de nuestro gran bboyz hicieron que se me hiciera imprescindible, ideal para un contexto como aquel, sin lugar a dudas. Un bboyz que se unió a nosotras y escribió una gran crónica en la que encontraréis muchos más detalles que en estas escasas líneas.


Porque os confieso que ahora mismo me veo incapaz de recordar todo lo necesario para escribir algo decente. Pero, aún así, no puedo olvidar las sensaciones de derroche de encanto y amor absoluto que destiló su directo. Una guitarra con la justa potencia para que no nos durmiéramos pero sin hacer saltar por los aires el aura de delicadeza de las melodías que acompañaban, un ritmo suave pero marcado. Melodías dulces con reminiscencias sesenteras cantadas por una voz excelente dotada de un gran carisma. Y una sonrisa de las que no se van de la memoria, complemento extra para que todo fuera tan delicioso como esta "County line" que acompaña estas líneas y de la cual el concierto no es más que una excusa tonta para dejarle un hueco en este espacio. Porque, también, gracias a ese concierto se convirtió en otra de mis canciones de este verano.


martes, 9 de septiembre de 2014

Legal man - Belle & Sebastian

Se supone que en algún momento del mes pasado debería haber escrito una crónica (más o menos) seria del que tiene muchos puntos para convertirse en mi concierto de este año (aunque la lucha con el de The National en el Primavera Sound le ponga difíciles las cosas). Así que sólo por el hecho de la gran sorpresa que supuso y por haber albergado mi momento del año justifica que le dedique al menos unas líneas, hoy que por fin encuentro energía e inspiración para hacerlo.



Os pondré en contexto, algo imprescindible para entender la magia de todo. Noche de verano (exactamente, el pasado 26 de Julio). Pueblo de mar. Un escenario en alto, con vistas al mar, al puerto, al pueblo, a los barcos. Al otro lado, un despeñadero coronado por pinos iluminados. Mi amiga Adriana, fan irrefrenable de la banda de Glasgow, me convenció para hacer el viaje hasta Sant Feliu de Guíxols, en la Costa Brava, con el presagio de hacer un fin de semana de playa, concierto y desconexión. Va, tras reconciliarme con ellos el año pasado en el Low Cost de Benidorm se merecían una cuarta oportunidad. Cuatro, que se dice pronto. A saber cuánto volveré a darle tantas oportunidades a una banda.


Os confesaré que, teniendo en cuenta las circunstancias y la esperada familiaridad del evento (sí, porque algo así en Barcelona es impensable y, si os soy sincera, no tendría la misma gracia), yo tenía un objetivo. Sí, Miss Vergüenza pretendía acabar subida en el escenario bailando con Belle & Sebastian. Y no eran fantasías, porque si de algo me había servido verles tres veces antes era para saber que eso siempre ocurría. El escenario invadido de fans bailando con ellos. Porque sí, porque era el momento, la compañía y el lugar para hacerlo. Por mucho que hubiera una parte de mí que pensara que no tendría ovarios para hacerlo. La vergüenza, esa gran barrera que hace que te pierdas tantas cosas en la vida (afortunadamente, en mi caso, cada vez menos. Será que me estoy haciendo mayor).


Conseguimos esa primera fila que ansiábamos, requisito imprescindible para el objetivo. Y como sorpresa al día, apareció Paloma, una de mis compañeras Primaverales de Madrid, que tras compartir con nosotras y sus encantadores acompañantes una deliciosa comida al llegar al pueblo, ahí estaba con nosotras tan dispuesta a darlo todo como nosotras. Cuestión de actitud, sin duda. Algo que echamos a faltar un tanto al empezar el concierto y ver la que imperaba en la mayoría (por suerte, no en todo) del público a nuestro alrededor. Un público curioso, formado por familias enteras, fans de toda la vida que habían recorrido equis kilómetros para disfrutarlo, algún que otro curioso y algo de público local y de alrededores en pose de "hay que estar aquí porque por un día que pasa algo interesante (y ya)".


Y qué más daba lo que la mayoría manifestara porque desde el minuto cero, al aparecer todo el arsenal de músicos en el escenario, estimularon todos nuestros lacrimales y dieron empuje a nuestros folículos pilosos. Parálisis, emoción extrema, éxtasis. Cualquiera de estas palabras no conseguiría describir al cien por cien todo lo que sentimos la mayoría de nosotros, cada uno con su favorita sonando en algún momento en un concierto diseñado para el disfrute máximo de los que les han ido siguiendo a lo largo de los años. Personalmente, escuché los primeros acordes de "I'm a cuckoo" como segunda canción y casi morí. A continuación, lo hacía Adriana con "Like Dylan in the movies". Y yo con "If she wants me", su piano y sus violines. Y ella con ese "I want the world to stop" tan lleno de significado, doloroso pero terapéutico. Y así continuamente, durante una hora y media.


"Cinco violines (que en realidad, inciso, eran cuatro y una viola) y un cello sobre el escenario, no me digas que no te está gustando!" me comentó Adriana a la mitad de concierto. Una frase que casi podría reflejar mi cielo musical. Pop del bueno llenando un escenario con toda una sección de cuerda casi entera sonando, acompañada de una trompeta o una flauta de tanto en tanto. Y solos de guitarra de Stevie Jackson para poner los vellos de punta. Y Stuart Murdoch dándolo absolutamente todo, lo que hiciera falta. Descansando haciéndome derretir en lágrimas cuando se sentó en el borde del escenario para cantar una de mis favoritas, "Piazza, New York catcher", lágrimas que no pudieron parar con "I believe in travellin' light" y casi tuve que suplicar un "¡Basta!" con las primeras notas de "My wandering days are over". Imposible cerrar el grifo con tal trío de canciones.


La noche avanzaba y empezaron a sonar los primeros acordes de "The boy with the arab strap". La señal. Infalible. Stuart bajo del escenario, atravesó el foso y se posó sobre la barandilla de donde estaba el público para darnos la mano a los que estábamos en primeras filas e invitándonos a bailar. Una mirada convencida y emocionada de Adriana, que no estaba muy convencida de mi objetivo al principio, me (y nos) decidió a hacerlo. Estampida incontrolada de esas que no sé aún como sorteé sin volar por las escaleras. Tal fans adolescentes atravesamos incrédulas las barreras de acceso al backstage y subimos las escaleras traseras del escenario. Adrenalina a tope. Frontera entre consciencia e inconsciencia. Y allá que fuimos.


¿Dónde esta Stuart? Nos preguntábamos mientras intentábamos recuperar la respiración y mirábamos el público delante. Mil cámaras y móviles inmortalizando el momento. Y Stuar detrás, al piano, al ritmo de la canción, tan sonriente como siempre. Imposible hacernos fotos propias, para qué perder el tiempo intentándolo sin cesar y perdernos ese momento. Porque era el momento de bailar, sin vergüenza ni complejos, con el corazón acelerado y todo el cuerpo sudando con el calor de los focos. Pero no era el final, no. Las primeras notas y el ritmo de "Legal man" nos enloquecieron aún más y Stuart se colocó delante con su guitarra. Y sólo por eso, se convirtió en una de mis canciones de este verano.


Con la adrenalina por los aires, Stuart se despidió de cada uno de nosotros dándonos la mano agradecidos, volvimos atrás y ni tan sólo mi abanico funcionando al máximo pudo acabar con el sudor y el calor que llevábamos encima. Cantamos "Get me away from here, I'm dying" aún incrédulas de lo que habíamos vivido. Acabó el concierto, charlamos con nuestros acompañantes y no pudimos bajar de la nube. Ni tan solo el paseo hasta la pensión pudo mitigar tal sensación. Ni el kebab hambriento de la una de la noche. Ni el sueño rendido. Nada. Al día siguiente nos tumbamos en la playa de Sant Feliu de Guíxols, nadé playa arriba y playa abajo y costaba quitarse las imágenes de la noche anterior de la cabeza.


Y no sólo fue el haber subido al escenario. Fue todo. El lugar, el setlist, el elenco de músicos, el sonido, lo cuidado que estuvo todo. Y las canciones, más bonitas imposibles, dulces pero hirientes, alegres pero melancólicas, toda una ensalada de emociones. Y casi lo mejor, la sorpresa. Que un grupo al que le daba la cuarta oportunidad me hiciera vivir uno de mis conciertos del año y, si me apuras, de mi vida. ¿Qué más se puede pedir? Sí, haberlo compartido con quien lo compartí. Por algo todo este texto habrá fluído solo de mis manos en una calurosa noche de principios de septiembre.




miércoles, 6 de agosto de 2014

Capital - Neleonard / Close-up - The Saurs

Volver a la esencia de los pequeños festivales. O, en mi caso, casi descubrirla. Allí donde hacen sus primeros pasos las propuestas que quizás en un tiempo correrán por todos lados, para que por entonces las vuelvas a escuchar orgullosa recordando sus modestos inicios. Y el encanto de todo ese momento, sobretodo cuando el encanto en sí mismo fue el lugar y el contexto en el que pudiste disfrutar de esos inicios.


Sirva esto como introducción al pequeño gran festival del que pude disfrutar durante el pasado 19 de Julio. Un evento llamado Maldaltura, en relación al bucólico y apartado lugar en el que se celebró, Llessuí, un minúsculo pueblo en el Pirineo de Lleida a 1500 metros de altura, organizado por el colectivo l'Eix del Mal. Un entorno fresco y auténtico, silencioso pero lleno de vida, donde el verde omnipresente se alterna con el marrón de las piedras que, una encima de la otra, constituyen las pocas casas que encontramos.


El cartel del evento estuvo compuesto por una serie de bandas locales poco conocidas, la mayor parte de Barcelona y alrededores. Se trató de Dofí malalt, Neleonard, The saurs, Les sueques, Vàlius y Macho. Seis propuestas diferentes entre ellas, cada una con su carácter y su sonido propio, yendo desde el pop de Neleonard al ruído casi garagero de Vàlius o el rock de Macho. Un abanico de sonidos que bien podía dejar satisfechos a todos los presentes en un momento u otro de la tarde-noche en la que se celebró. Aunque estas líneas se escribieron casi de manera paralela a la crónica que escribí para la web Fuck & yYoung, me apetece focalizar el post en las dos propuestas que, a mi juicio, resultaron más destacadas, sin desdeñar para nada ninguna de las demás, conste. Dos grupos que realmente me llegaron al alma, aunque ya me habían llamado la atención al escucharlos previamente. Dos bandas con claras posibilidades de hacerse en el futuro un nombre dentro de la selva del panorama musical nacional.


Los primeros a destacar fueron Neleonard. El segundo grupo en subir al escenario y uno de los que más ganas tenía de ver. Un grupo que hace pocos meses subieron a bandcamp "Capital", la canción que será primer single de su EP de debut, publicado por Elefant. Y es que si una discográfica como Elefant ha puesto el ojo en ellos, está claro que por algo será. Las referencias a Belle & Sebastian (de los que no puedo negar la influencia, y menos aún después de verles en directo hace escasos días) o La buena vida son tan evidentes que no es el primer lugar en el que las leeréis, sin embargo logran hacer con ellas algo muy personal. Porque consiguen con pocas canciones que sintamos que nos ofrecen un sonido casi propio, y todo ello sin buscarlo, natural, fruto de la reunión de amigos de la que nacen como banda.


Definiendo ellos mismos su estilo como POF, siglas correspondientes a pop orientado al folleteo (en palabras de ellos mismos, que propicie el acercamiento entre quienes les escuchan, todo un propósito), elaboran melodías pop dulces y agradables en un delicioso dúo de voces chico-chica, acompañando unas letras simples y agridulces con las que fácilmente podemos habernos sentido reflejados en algún momento de nuestras vidas. Todo ello provocando una mezcla extraña de sentimientos en los que la sonrisa en los labios sirve de apoyo a la lágrima que pueda caernos involuntariamente al escucharles. Toda una explosión de emociones que nos transmitieron en su directo en el festival, en el que nos presentaron las canciones que constituirán ese esperado debut, aunque algunas ya las conocíamos por grabaciones anteriores que corren por youtube. Canciones que inundaron de una particular felicidad emotiva la pequeña explanada del Tros de Sant Jaume en la que se celebraba el evento.


Como prueba de todo ello, no sólo dejo la mencionada "Capital", sinó también un vídeo del inicio del concierto, correspondiente a la canción "Casi cuela", grabado por Armand de la web Fuck&Young, en el que se aprecian también los preciosos alrededores del lugar, toda una delicia a sumar a la propia delicia de la música.


Tras ellos actuaron la segunda banda de la que quiero hablaros, The Saurs. Ganadores del concurso Bala perduda que organizaron los responsables del Primavera Sound, que les permitió actuar en el mismo festival, se trata de unos chavales muy jóvenes que con sus canciones guitarreras de inspiración indie rock noventera y múltiples influencias nos arrancaron a bailar a todos los presentes. Si bien los días previos al festival escuché hasta la saciedad "Close-up", puede que el disfrutarla en directo fuera la guinda a ese atardecer pirenaico al que le dieron caña.


 En uno de esos casos de "no sé qué tienen pero suenan de maravilla", fueron más allá de la efectividad de las canciones de sus dos EPs publicados y, sin más pretensión que tocar para pasárselo bien y hacer pasarlo bien a quienes les acompañan, cumplieron con su objetivo con creces, sonando sucios como piden sus temas pero claros a la vez. A mis oídos, parecían una de esas bandas que sin ser realmente conscientes de lo que hacen el resultado es brillante. Aquello que llaman simple talento. Y todo ello sin inventar nada que no se haya escuchado antes, quién nos hubiera dicho que los jovencísimos ocupantes del Peugeot 306 que tuvimos delante durante parte del viaje hacia allí serían los responsables de tal hazaña.


Si bien musicalmente el festival fue muy satisfactorio, todo lo que implicó a su alrededor fue un plus que hizo de todo el fin de semana una gran experiencia, que nos dejó preciosos recuerdos. Comida abundante y exquisita, muchas risas, mil anécdotas y sobretodo el excelente equipo festivalero con el que lo compartí, mi inseparable Adriana, Andra, Pili, Goretti, Eva Rosa del fantástico programa de radio El sonido de las montañas al revés y Vero de los blogs Rayuela musical y La historia de un ruidito, estas dos últimas las principales instigadoras de nuestra asistencia al evento.

Estas líneas, finalmente, sólo son una pequeña reseña de mis impresiones, pero os recomiendo fervientemente que también echéis una ojeada a la fantástica crónica completa que realizó Vero para Rayuela musical.






viernes, 25 de julio de 2014

Primavera Sound III: Sábado / Acetate - Volcano choir / Jealous (I ain't with it) - Chromeo

Ha pasado más de un mes desde que publiqué la crónica correspondiente al viernes del Primavera Sound y dejé empezada esta correspondiente al sábado que no he acabado hasta hoy. Sin atender a razones más allá del mero paso del tiempo para justificarlo (aunque tampoco haga falta), he dudado de si valía la pena o no continuar con la misma pero al abrir el borrador y encontrarme un tercio escrito y las fotos subidas me he animado a hacerlo, aunque mis recuerdos ahora mismo estén sesgados y empiecen a ser lejanos. Pero algunas de las sensaciones presentes me pueden servir de guía e inspiración. No será la primera vez que lo hago.

La jornada del sábado empezó, como ya viene siendo tradicional, con el picnic familiar en la Ciutadella. Al tiempo poco le faltó para fastidiárnoslo pero el sol que salió por la mañana nos animó a hacerlo, lo cual fue motivo de gran alegría ya que sería la ocasión en la que nuestro bboyz, ausente este año del equipo festivalero por causa mayor, se uniría a nosotros por unas horas. Al cobijo de la música de Caveman de fondo, a la que confieso que no presté demasiada atención debido a nuestra lejanía del escenario, aquello fue una reunión de diferentes generaciones regada con vinos exquisitos, croquetas, fideua y otras delicias que llevamos con las que llenamos el colorido mantel de picnic. Comida, bebida y muchísima felicidad que ni tan solo las gotas que empezaron a caer de cara al final empañaron. La mejor manera de encarar la última jornada de festival, esa en la que el cansancio se mezcla con la melancolía y las ganas de acabar de darlo todo.


Creo que nunca habíamos alargado tanto una reunión de picnic, que acabó con un café bajo la sombrilla de una terraza a refugio de la lluvia. La suma de ambos factores hizo que aterrizáramos en el Forum una hora más tarde de lo pensado, con las nubes ya alejándose y dejando el cielo despejado para disfrutar de Jonathan Wilson. Como sabéis, ha sido uno de mis grandes descubrimientos de este año y tenía muchísimas ganas de verle. Aunque empezamos disfrutando de algunas de las canciones del fantástico "Fanfare", como "Dear friend" o "Desert raven", a los pocos minutos Jonathan nos dejó muy claro que iba a hacer lo que le saliera de las entrañas por completo. Tenía cincuenta minutos para su actuación y, a pesar de todo, nos demostró una gran maestría, tanto él como su fantástica banda, llevando más allá su folk hacia terrenos del rock y del blues de una manera similar a como lo demuestra en estudio y regalándonos un gran concierto que, aunque nos dejara con ganas de escuchar alguna más de nuestras favoritas, nos hizo disfrutar de lo lindo con sus aptitudes musicales.





El cansancio hacía mucha, mucha mella. Es por ello que nos tomamos con mucha calma el viaje hacia el Pitchfork para ver a Dum dum girls, aunque por suerte el concierto empezaba un poco más tarde. Por mucho que la localización de este escenario sea especial, justo debajo de la archipresente placa solar, eso mismo hace que los aspectos sonoros sean un tanto deficientes. Porque es realmente difícil escuchar un concierto con la calidad de sonido presente en el resto de escenarios y es una lástima porque llegó a desvirtuar un tanto el pop-rock descarado y dulce del trío de chicas. Ataviadas en originales atuendos de color negro, resultaron entrañables y potentes a su vez, haciéndonos bailar y cantar con canciones tan bonitas como "Bedroom eyes". Un concierto para sonreír y mecer el último atardecer del Primavera, mientras el sol se ponía tras los edificios y iba abandonando la placa solar.







Mientras tanto, en el escenario contiguo Vice, los encargados de amenizar el atardecer eran los poperos Hospitality. En los meses previos al festival, el encuentro con un vídeo de una sencilla grabación en directo me llamó la atención y a partir de ahí empecé a explorar sus canciones. Su coincidencia medio con Dum dum girls, medio con unos Superchunck que me quedé con ganas de ver y medio con el inicio de Volcano choir hizo que sólo pudiera disfrutar de una pequeña toma de contacto que me hizo quedarme con ganas de más, presa de la dulzura de canciones como "Betty Wang" o el rock inocente de "I miss your bones".



Por mucho que hubiera ido a la Apolo a ver a Volcano choir el jueves, quería verles igualmente en el festival el sábado. Era el momento del anochecer, había reclutado a mi lado a Naiara, con quien me hacía especial ilusión compartir ese concierto, y se antojaba perfecto para volver a recrearme con sus canciones en un contexto diferente. Fue necesario quitarse el chip de lo visto en sala para poder disfrutarlo, pero aún así reprodujeron casi al milímetro (discurso incluído) lo ejecutado dos días antes, tan perfecto, milimetrado y evocador como entonces, con los mismos defectos (ay ese vocoder) y virtudes, pero sabiéndose adaptar totalmente a los requerimientos y la sonoridad de la explanada del Sony, llena hasta arriba de una multitud de gente envuelta en el sonido del folk experimental de la formación, en un loable silencio (dentro de las posibilidades) cuando se requirió y volviéndose a entregar a "Byegone" como ocurrió en la Apolo. Es por elo que no podía faltar cualquiera de las delicias del "Repave" para acompañar esta entrada, como "Acetate".



El bueno de Justin, por repetir, hasta repitió atuendo

Si el cansancio había hecho mella horas antes, al hacerse de noche fue más que patente. No nos dio mucho más que para sentarnos un rato en el RayBan y ver como el hijo del legendario Fela Kuti, Sean Kuti junto a Egypt 80 llenaban de ritmo africano su explanada, disfrutar de alguna de las delicias de Islands en formato unplugged desde el contiguo RayBan Unplugged y ver el escenario Pitchfork desde arriba lleno de gente bailando al ritmo de Blood orange, mientras nos dirigíamos con calma hacia el ATP para ver a Mogwai.

El RayBan lleno de gente bailando el ritmo africano de Sean Kuti & Egypt 80

Ver a una banda de post-rock instrumental como Mogwai pasada la medianoche y el sábado era todo un riesgo que realmente podía poner en peligro nuestro deseado aguante. Pero todas las alabanzas leídas en todos lados refiriéndose a su directo me decidieron a acercarme, y lo que sucedió durante esa hora de concierto fue algo indescriptible. Si una de las cosas que más me dan vida del festival son las sorpresas, esta fue la más destacada. Porque desde el minuto cero y únicamente con una consistente línea instrumental a base de guitarras nos dejaron a todos catapultados con su sonido. Sólido y potente, a requerimiento del directo, pero sin renunciar al ambiente y a la evocación. Pelos de punta, ojos cerrados y cabezas moviéndose al ritmo de sus melodías infinitas, entre las capas de las cuales podías nadar buscando cada guitarra, el bajo, el violín que les acompañó en alguna de las canciones, el teclado. Toda una tormenta musical ejecutada de manera casi perfecta por unos monstruos sobre el escenario, que denotaron experiencia y saber hacer, que hicieron que incluso aquellos que no habíamos escuchado mucho sus canciones pudiéramos disfrutar plenamente de su directo. De aquellas cosas que pocos consiguen. 


De repente, un violín

Eran pasadas las dos de la madrugada y llegaban dos de los conciertos que más esperaba. No por nada en especial, sinó por las tremendas ganas que tenía de bailar, tal y como había hecho los dos días anteriores. Quizás este Primavera fuera en el que más bailé de todos los que he ido, y es que con propuestas como las dos últimas que había escogido para el sábado, Chromeo y Cut copy, estaba bastante asegurado. Los primeros, un dúo canadiense de propuesta pop electrónica que coquetea sin complejos con el funk y la música disco que pusieron patas arriba el RayBan haciendo saltar y bailar con sus canciones a todos los que allí nos encontrábamos. Porque nos dieron justo lo que necesitábamos, básicamente diversión y ritmo, toda una invitación al baile desacomplejado que recibimos todos con los brazos abiertos y respondimos con sinceras ovaciones y brazos al aire. Aunque es cierto que con temazos incontestables como "Come alive" o este "Jealous (I ain't with it)", candidato a una de las canciones de este verano, muy mal hay que estar sobre el escenario para no conseguirlo, los canadienses fueron más allá y mantuvieron su particular festival durante toda su hora de concierto. Otra agradable sorpresa que nos dejó una sonrisa en los labios y una energía imparable para afrontar el siguiente concierto.


Los teclados con patas de Chromeo
Tres y pico de la madrugada, escenario ATP, de la misma manera que el año pasado Hot chip cerraban a golpe de fiesta el set de conciertos del Primavera, este año el cometido era para los australianos Cut copy. Una banda que empezó a llamar mi atención gracias al primer single de su último trabajo, "Free your mind". Al no decirme nada el disco entero, su presencia en el cartel del festival fue lo que me motivó a explorar en su discografía y descubrir en ella multitud de temazos de pop electrónico fresco, irresistible y altamente bailable. Canciones que se han incorporado a mi particular banda sonora y que pudimos disfrutar dándolo todo en su concierto, que contó con un set impecable en el que no faltó ni uno de ellos. Un set que nos hizo seguir saltando y bailando como si no hubiera mañana en una fiesta sin fin al ritmo de sus incontestables "Need you now", "Heats on fire" o ese "Lights & music" en el que mi bolso decidió acabar con su vida al primer salto. Un concierto que nos dio justo lo que necesitábamos y nos dejó con la energía justa para acabar el festival al ritmo de los temazos que DJ Coco nos ofrecía en el RayBan, mientras disfrutábamos de un precioso amanecer tras la placa solar, de la misma manera que el año anterior.






Sin pies, con la voz totalmente tomada y un cansancio sin vuelta atrás fuimos abandonando el recinto a la luz de los primeros rayos de sol que fueron asomando. Como cada año, felices por lo vivido pero tristes porque ya acababa, porque había pasado muy rápido. Conscientes, como siempre, de lo únicos que habían sido esos tres días y empezando la cuenta atrás para el año siguiente. Tanto que parece increíble que haya sido capaz de escribir todo esto casi dos meses después de haberlo vivido. La magia del Primavera Sound, sin duda.


Acetate by Volcano Choir on Grooveshark