Otra cálida noche de septiembre y desde mi galería intento entrever los restos de la última superluna del verano. Un verano al que le quedan poco más de diez días y que ha sido tan intenso musicalmente que las melodías siguen en duelo de neurona a neurona intentando sobrevivir y no caer por los surcos. Como esta delicia de Cass McCombs que me lleva directamente a la noche del 10 de Julio, al también delicioso Petit Format celebrado en los jardines de Ca'n Sumarro de l'Hospitalet de Llobregat, pequeño festival gratuito del que me enamoré perdidamente el año pasado viendo a Neil Halstead.
Una sesión de conciertos que empezó con una reunión que sería la previa a la gran reunión del verano, esa que ha desembocado en una lista imparable de eventos a compartir, por obra y gracia del festival Maldaltura al que acudimos una semana después. Que continuó con Tirana, primer concierto de la noche que, aunque a muchos entusiasmara, no me causó demasiado efecto. Y con unos encantadores Renaldo i Clara, pura dulzura y sencillez pop suave cocinado para hacer las delicias de los amantes de los sonidos delicados de pocos decibelios, casi a modo de nana, incluso con algún eco a los también encantadores Stereolab, ideal para mecer el anochecer que acompañaba.
Pero, como he dicho al principio, el gran reclamo de la noche para mí era Cass McCombs. Un músico de extensa trayectoria y discografía que apenas dominaba pero que pocas canciones escuchadas en la radio y alguna recomendación por parte de nuestro gran bboyz hicieron que se me hiciera imprescindible, ideal para un contexto como aquel, sin lugar a dudas. Un bboyz que se unió a nosotras y escribió una gran crónica en la que encontraréis muchos más detalles que en estas escasas líneas.
Porque os confieso que ahora mismo me veo incapaz de recordar todo lo necesario para escribir algo decente. Pero, aún así, no puedo olvidar las sensaciones de derroche de encanto y amor absoluto que destiló su directo. Una guitarra con la justa potencia para que no nos durmiéramos pero sin hacer saltar por los aires el aura de delicadeza de las melodías que acompañaban, un ritmo suave pero marcado. Melodías dulces con reminiscencias sesenteras cantadas por una voz excelente dotada de un gran carisma. Y una sonrisa de las que no se van de la memoria, complemento extra para que todo fuera tan delicioso como esta "County line" que acompaña estas líneas y de la cual el concierto no es más que una excusa tonta para dejarle un hueco en este espacio. Porque, también, gracias a ese concierto se convirtió en otra de mis canciones de este verano.
No lo conocía... y me gusta :)
ResponderEliminarEs una maravilla de canción, cuántas veces lo has escuchado desde que te la descubrí? Seguro que más de diez :-)
EliminarEl Verano parece haber sido absorvente del todo pero veo que hay necesidad de soltar lastre. Eso es buena señal pues las experiencias aunque solo se con un apunte, dejan constancia de su grandeza y acaban siendo como un pequeño diario personal. Las mías desde entonces han cambiado un montón y aunque ese día andaba renqueante con las piernas, ahora estoy pletórico sin lanzar demasiados cohetes; no sea que Murphy ande por ahí agazapado.
ResponderEliminarEstoy seguro que grandes y buenos momentos como el de Petit Format han puesto su granito de arena para levantar el ánimo. Y sobretodo, me alegra un montón que hallas cogido con más pasión a Cass McCombs, uno de los autores de estos últimos años a los que les tengo más aprecio. Coincidir en gustos y retroalimentarse es lo segundo más grande después de la música en directo en si misma.
Un besazo!!
Pues anda que las mías...jeje. Fue muy agradable encontrarnos aquel día y compartir esa delicia de concierto. Y fíjate que los conciertos del petit format siempre dejan una huella imborrable y al final se acaban alzando como uno de los mejores del año. Finalmente no me he puesto tan a fondo con Cass pero si que he guardado varias canciones por ahí que me siguen acompañando.
EliminarUn besazo y por más encuentros musicales!!