sábado, 14 de junio de 2014

Primavera Sound 2014 II: Viernes / When the sun hits - Slowdive / Slow show - The national

La segunda jornada del Primavera Sound se vio terriblemente entorpecida, a parte de por nubes amenazantes que descargaron con fuerza por la tarde, por dos cancelaciones muy dolorosas que me dejaron un panorama vespertino un tanto desolador. Lo de Linda Perhacs fue una lástima pero justo acababa de enamorarme de sus canciones pocos días antes, pero lo de Jenny Lewis sí que me dolió especialmente, porque quizás era lo que más ganas tenía de ver el viernes. No se presentan muchas oportunidades de disfrutar de la cantante en solitario y que el Primavera Sound la trajera lo recibí con muchísima alegría e ilusión. Una lástima, pero ya sabemos que es uno de los riesgos del festival, mala suerte.




Todo ello hizo que todo se relajara un poco, cosa que agradecí porque la maratón del jueves ya me dejó agotada. Tranquilamente nos plantamos en el Forum Viola y yo y cuando decidimos dirigirnos al RayBan a ver a Drive-by-truckers el jarrazo de agua quedó totalmente servido. Por mucho que llevara un chubasquero en el bolso, tenía muy claro que no iba a ponérmelo ni a empaparme si no era por un grupo que realmente tuviera muchas ganas de ver, así que mirando en el horario qué había en el Auditori para refugiarnos vimos que Mick Harvey, componente de bandas como The birthday party o Nick Cave and the bad seeds, interpretaba clásicos de Serge Gainsbourg y nos pareció de lo más apetecible. Como podéis suponer, medio Forum tuvo la misma idea que nosotras y ello hizo que el Auditori se llenara por completo. 

Nubes amenazantes se acercaban al Forum


Y lo que fue un refugio temporal se convirtió en la primera gran sorpresa de la jornada. Al mando de una banda acompañada de una bonita sección de cuerdas, el señor Harvey se dedicó a versionar los temas del mítico cantante francés traducidos al inglés. Si bien es cierto que aquellos que conocía sonaron un tanto extraños, musicalmente fue todo un festival de nostalgia bien llevada, sonidos de toda vida y buen hacer sobre un escenario. Acompañado también por una cantante que le hacía la réplica y la parte correspondiente a Jane Birkin, el concierto supuró elegancia y una cierta emoción por escuchar canciones míticas como "Bonnie and Clyde" en un contexto musicalmente tan delicioso. Puede que el solo hecho de haber cuerdas sobre el escenario sesgue mi visión, pero nuestra sensación al salir de allí y ver el precioso atardecer que se había quedado, habiendo escampado la lluvia, fue de que habíamos presenciado algo muy grande. Al menos compensó perdernos el precioso doble arco iris que coronó el Forum e inundó Instagram.

Mick Harvey interpretando canciones de Serge Gainsbourg con banda y cuerdas en el Auditori

La banda sin las cuerdas

Mick a la percusión y su divertido teclista

No vimos el arco iris pero algo similar en cuanto a luces acompañó el final de fiesta


El precioso atardecer que tiñó las nubes que quedaron tras la lluvia

Vuelta a reunir con mis compañeras de batalla Adriana y Natalia, vimos un rato a los navarros Kokoshca en el pequeño y algo mal ubicado SonyClub PS14 y disfrutamos de la dulzura y el descaro de su divertido pop y de allí nos dirigimos hacia el Sony para ver a Slowdive. Se hacía poco a poco de noche y parecía el contexto ideal para saborear el suave shoegaze de la formación noventera de Neil Halstead, reunida de nuevo para la ocasión. Y fue tan ideal que se convirtió en mágico, porque durante una hora el cielo fue oscureciéndose entre ensoñadoras capas de guitarras y las voces suaves y reposadas de Rachel Goswell y el adorable Neil Halstead. Magia y ensueño que invitaba a cerrar los ojos y volar con la música gracias a un magnífico silencio de los asistentes, mezclarse con la brisa y la frescura de la lluvia de la tarde y así poder distinguir cada matiz, cada voz, cada línea melódica, el bajo, la batería, todo el conjunto en partes complementadas a la perfección. Sonaron delicias como "Machine gun" o una emocionante "When the sun hits" que nos puso los pelos de punta y acompaña esta entrada, abrimos los ojos y no supimos ubicar a qué altura del suelo nos hallábamos.

Slowdive

Mientras anochecía a nuestro alrededor


Una escena sobria pero con una preciosa iluminación

Grande Neil Halstead

Un público entusiasmado despidió con sentidos aplausos a la banda

Que Pixies tocaran en el festival era la excusa perfecta para que les viera. Es uno de esos grupos de los que me gustan muchas canciones pero que no están en su mejor momento y posiblemente no pagaría por ir a verles en sala, pero sí les tenía muchas ganas en festival. Así que me reuní con Jordi y sus amigos y nos dirigimos hacia el otro lado de la explanada, al Heineken, un poco retirados, para ver un reflejo de lo que está pasando con ellos en su directo. Porque, las cosas como son, fue uno de esos típicos conciertos de subidones y bajones continuos. Sonaron correctos, sí, y no me disgustaron en absoluto, pero realmente sólo disfrutamos cuando tocaron aquellos temazos con los que yo deseaba saltar y desgañitarme, como "Here comes your man", "Wave of mutilation", la grandísima "Debaser" o esa mítica "Where is your mind" que tuvimos que escuchar desde el escenario contiguo cogiendo buen sitio para The National. Un concierto que quedó en un agradable y alegre paréntesis entre los dos grandes momentos de la noche.

Pixies

A la distancia se pueden disfrutar de preciosas vistas de los edificios del Forum iluminados

Porque señores, lo que presenciamos a continuación fue una de esas cosas que no se olvidan. Vi a The national en mi primer Primavera Sound y me gustaron mucho, aunque con el tiempo y el recuerdo me doy cuenta de que les vi desde un poco lejos y el sonido no fue para tirar cohetes, aunque con la emoción del momento y el hecho de que fuera mi primera experiencia las sensaciones no fueron del todo objetivas. Es por ello que quería darles una segunda oportunidad y tenía muchas ganas de escuchar las canciones de ese último disco que tan difícil se me ha hecho pero al que finalmente he ido cogiéndole el gusto. Salió Matt Berninger y su banda, empezó a sonar "Don't swallow the cap" y desde ese momento adelante mi vello se erizó y le costó volver a su posición inicial.

Sin lugar a dudas, Matt Berninger lo dio absolutamente todo

El añadido visual del concierto fue un elemento más añadir a su belleza



Y es que todo sonaba tan perfecto que al segundo acorde nos envolvió una burbuja sonora, sensorial y emocional en forma de torrente de ritmos acompasados marca de la casa, guitarras y bajos potentes, una sección de vientos elegante y sonora y una voz inigualable. Una voz que venía de un Matt Berninger entregadísimo a nosotros que nos hizo sufrir a todos con su dudoso estado etílico, con sus tambaleos y sus golpes de micro en la cabeza, pero que no falló ni una sola nota y su voz sonó tal y como queríamos escucharla. Deshaciéndonos a todos en mil pedazos con los graves de "Bloodbuzz Ohio", los desesperados estribillos de "Afraid of everyone" y "Squalor Victoria" o la melancolía de "I need my girl". Durante la hora y media de concierto, entre preciosas proyecciones, todos fuimos esclavos de ese ritmo inigualable de canciones como "Mistaken for strangers", reconocimos y tarareamos todas las que fueron cayendo, una selección extensa y acertada que, entre otras cosas, nos reconcilió del todo con su último trabajo. Para acabar con un final de fiesta inolvidable que empezó haciéndome perder la compostura al invitar al escenario a Justin Vernon para interpretar una "Slow show" que sonó aún más emotiva con el falsete de Justin contrastando con la voz de barítono de Matt, sin duda MI momento de este festival, por lo que tiene que ser la otra canción que acompañe estas líneas (junto con un vídeo del momento). Y continuó haciéndome llorar con "Fake empire", desgañitándonos con "Mr. November" junto a Matt y como colofón final una "Terrible love" en la que el cantante se dio el enésimo y último baño de masas mientras sobre el escenario quedaba Hamilton Leithauser de The walkmen. Pasadas las semanas no he podido volver a escuchar las canciones de The national sin que me suba un nudo a la garganta acordándome de las sensaciones tan intensas que viví en el que fue mi concierto de este Primavera Sound.


Uno de los primeros acercamientos a nuestra zona de Matt

Justin Vernon sobre el escenario y yo mientras tanto me derretía entera

Ay, Matt, qué cerquita te tuvimos y cómo nos hiciste sufrir ahí subido

El estado emocional en el que nos dejaron The national pareció no querer dejarnos mucho margen para encarar la última parte bailonga del festival. Pero al poco tiempo aparecieron Chk chk chk sobre el escenario contrario y con calma nos dirigimos hacia allí para regalarnos al festival de baile imparable que siempre nos ofrecen Nic Offer y los suyos. Ataviado esta vez en unos calzoncillos más sobrios, de color azul, atajó el frío que nos envolvía con sus habituales y simpáticos bailoteos. Siendo ya la tercera vez que les veo en un año quizás esta fue la más floja, en la que la voz de Nic estuvo menos afortunada (pocas notas dio en su lugar, todo sea dicho), pero una selección diferente de temas y el ritmo imparable de su mezcla de rock, funk y electrónica fue suficiente para que tuviéramos lo que buscábamos con ellos, una buena dosis de baile y desenfreno. Y en eso sí que no fallaron en absoluto. Porque me hicieron volver a bailar como si no hubiera mañana "One girl / one boy" y "Slyd" y me hicieron totalmente feliz.

Jagwar ma

Eran ya altas horas de la madrugada y a mí me apetecía ver un rato qué ofrecían Jagwar ma en directo. Su ecléctico disco de debut, donde se turnan la electrónica, los sonidos beatleleros y el rock de manera aleatoria, prometía baile a esas horas y en el inigualable RayBan. Siempre es buena opción acabar la jornada en ese escenario y esta vez no fue menos. Porque allí acabamos ya de darlo todo, entre juncos voladores y gente bailando al ritmo del cariz más electrónico de la banda, que fue el que sacaron a paseo. Un concierto festivo y divertido sin más, que nos dio lo que a esas horas necesitábamos y agotó nuestras últimas fuerzas a tiempo de que pudiéramos encarar la última jornada que nos esperaba al día siguiente.

When the Sun Hits by Slowdive on Grooveshark



martes, 10 de junio de 2014

Primavera Sound 2014 I: Jueves / Talking backwards - Real Estate / My god is the son - Queens of the stone age

Hace ya más de una semana que el Primavera Sound acabó y hasta hoy no he tenido tiempo ni cabeza para ponerme a escribir las crónicas correspondientes. A punto he estado de no hacerlo, ya que con los días y las emociones derivadas de la última ronda de conciertos con mi orquesta las sensaciones se han ido diluyendo pero por suerte no tanto como para no poder ser capaz de escribir. Así que quizás por ello este año el resultado es más escueto (o no) pero ello no implica que todo lo vivido haya sido de menos intensidad que los años anteriores. Porque siguieron siendo tres días muy intensos y agotadores llenos de vivencias, emociones, anécdotas, bailoteos, cánticos, risas, lágrimas, gritos, pelos de punta, juncos al aire, comilonas familiares, paseos, encuentros, nuevos amigos, miradas cómplices, cervezas, rones con cola, atardeceres, algún que otro chaparrón, barro en las botas, gafas de sol, brisa, fotos, sorpresas, mucha felicidad compartida y, sobretodo, mucha música y muy variada.


En realidad todo empezaba el miércoles. Pero un tremendo chaparrón cayó sobre el Forum y tuve la suerte de, por otras circunstancias, no poder llegar a tiempo para ver a Temples y librarme de él. Con la clara intención de ir a recoger mi pulsera y irme a casa, llegué y un encuentro inesperado me hizo quedarme allí movida también por la curiosidad de ver al belga Stromae. Lo cual fue un auténtico acierto y toda una sorpresa visto el festival que armó, con toda la delegación belga y francófona de Barcelona a sus pies, posiblemente debido a su gran popularidad por esos países. Con canciones y un aire desacomplejado que rozaba el dance noventero con aroma africano, resultó una propuesta de lo más estimulante que nos proporcionó a todos nuestros primeros bailoteos. Bailoteos que la lluvia respetó ya que volvió a hacer acto de presencia al acabar el concierto. Señal de que tocaba volver a casa, aún consciente de que me perdía a Holy ghost!. Otra vez será.


Empezó este año el jueves antes de lo habitual y en un lugar diferente del habitual. Y es que la oportunidad lo merecía. Ensayo general del concierto de Volcano choir del sábado en la sala Apolo. Y, junto a mi Viola, no pude empezar mejor el festival que inserida en la burbuja sonora de la propuesta más experimental de mi adoradísimo Justin Vernon. En un formato diferente al de Bon Iver, con él habiendo cambiado su camisa de cuadros por una colorida y liderando el conjunto desde un atrio desde el que manejaba un vocoder (del cual quizás abusó un tanto en los primeros temas, todo sea dicho), todo fue igualmente emoción e intensidad, su maravillosa voz en toda su esencia, los temas más íntimos acompañados de un agradecido e impresionante silencio sepulcral que fue contrarrestado, a petición de uno de los componentes, por todo lo contrario cuando la Apolo estalló al ritmo y el estribillo de esa "Byegone" que me hizo saltar las primeras lágrimas de este año. Con el alma por las nubes y los vellos de punta salimos de la emblemática sala para dirigirnos al Forum, convencida de que Justin Vernon es el hombre de mi vida (aunque él aún no lo sepa).






Ya en la megaexplanada que montaron este año con los dos escenarios principales, enfrentados el uno con el otro (lo cual resultó, en mi opinión, un acierto absoluto, aún con las reticencias que tenía en principio), esperé a reunirme con mi compañera de batallas Adriana y su amiga Natalia, junto con las que formé un equipo imparable y tremendamente divertido durante todo el festival. Mientras tanto, sonaban los primeros acordes de Real Estate, el cielo encima nuestro era azul y un celebradísimo sol tras las lluvias de los últimos días nos doraba el rostro. Nada podía haber sido mejor para aderezar un concierto delicioso, donde las voces sonaron suaves y maravillosas, cada capa de guitarras dulce y soleada, y todo ello resultaba el complemento ideal a la brisa, nos invitaba a sentir la proximidad del mar y nos hizo totalmente felices por una hora. Porque sonaron con la intensidad adecuada, tocaron las canciones adecuadas, nos hicieron a todos cantar los "oh-ohs" de "It's real", volar con sus maravillas instrumentales como "April's song" y compartir la alegre melancolía del "Talking backwards" que acompaña esta entrada con nuestras cabezas y sonrisas.






De ahí nos dirigimos al otro escenario grande, donde nos esperaban Midlake y uno de mis conciertos más esperados. Quizás por estar aún bajo el influjo reciente de Real Estate no resultó todo que pensé que sería. Puede que el sonido fuera un poco deficitario, o que la pereza del teclista para coger esa flauta que llena de color y magia muchas de sus canciones afectara mi percepción general. Aún así, cabe decir que el concierto fue muy correcto, que fue una preciosa manera de ver el sol esconderse entre los edificios del Forum y que sentí mucha felicidad al escuchar canciones como "Roscoe" (un poco extraña con la voz del nuevo cantante, todo sea dicho) o "The old and the young".







Iba a pararme en el Pitchfork a ver a Majical Cloudz pero finalmente preferí descansar un rato de conciertos y coger buen sitio junto con Viola y Paloma para ver a Neutral milk hotel en el ATP mientras cenaba y descansaba un rato. Fue una decisión difícil dejar de lado a St Vincent, a la que le tenía ganas, pero la oportunidad de ver a Jeff Mangum con su banda era única y no podía desaprovecharla. Porque tras la grandeza de verle en solitario dos años atrás en el Auditori no podía más que completar el ciclo. Y fue todo un acierto, ya que desde la primera canción nos llenó de energía rock con sus guitarras, intensidad instrumental con la potente sección de vientos y, por supuesto, su inconfundible voz. Fue emocionante envolvernos de sonido y escuchar esas "In the aeroplane over the sea" o "The king of carrot flowers" que tanto escuché durante una época reciente de mi vida, esta vez envueltas de acompañamiento sonoro, mientras anochecía. Porque todo tuvo una potencia inesperada y una energía que ya le gustaría tener a muchas bandas jóvenes, gracias a la maestría de músicos entrados en años que saben lo que es estar encima de un escenario.








Ya entrada la noche, me volví a dirigir hacia la megaexplanada para ver a Queens of the stone age. Debido a la espera de amigos, gracias a la que pude compartirlo junto con mi compañero crazyminder Jordi y sus entrañables amigos Anna y Roque, tuve que escuchar desde detrás las primeras canciones. Pero ello no impidió que me dejaran la boca abierta ante la brutalidad con la que estaban sonando. Una brutalidad que acompañó todo el concierto y que nos envolvió a todos de potencia rock y grandes melodías proporcionadas por una banda casi perfecta en la que las guitarras sonaban claras y contundentes, la batería imparable y la voz de Josh Homme clavada. Toda una demostración de maestría en directo que fue acompañada por una acertadísima selección de canciones, en la que repasaron sus hits más importantes como "No one knows", "Burn the witch" o "Go with the flow" junto con algunos de los mejores trallazos de su último disco como este "My god is the son" que acompaña la entrada. Un chute de energía rock que nos dejó a mí y a todos mis acompañantes con los pelos de punta, y que finalmente resultó ser el mejor concierto que presencié en toda la jornada. Porque no me he cansado de escucharles una y otra vez desde ese día. Muy grandes.



Sin lugar a dudas, LA CITA del día era el concierto de Arcade fire. Es por ello que en el escenario Sony no cabía  un alma y ya sabíamos de antemano que tendríamos que quedarnos en filas traseras, lo cual no tenía por qué suponer ningún agravio ya que habíamos visto a Queens of the stone age desde una distancia similar y la sensación había sido casi como si hubiéramos estado delante. Lo que sucedió durante las dos horas (!!!) de concierto que dieron los de Montreal me resulta un tanto complejo de explicar. Mis expectativas, tras la inolvidable experiencia del Sant Jordi de hace tres años y medio, eran altísimas pero arriesgadas, consciente de que es difícil que vuelva a vivir algo similar y del viraje polémico que han tomado. Y eso fue más o menos lo que sucedió. Porque mis sentimientos, pasados los días y charlado con muchos de los que estuvimos ahí, tienen un punto de contradicción.




Y es que los de Montreal no dieron el conciertazo que todos esperábamos, no. Admito que lo pasé muy bien, porque sus canciones son auténticos himnos con los que saltar y desgañitarse, porque afortunadamente rescataron todos sus mejores temas y los combinaron con una selección más o menos acertada del último, y porque no hay que negar que el espectáculo visual que ofrecieron fue brillante. Pero algo no acabó de funcionar. Y fundamentalmente fue que les faltó potencia instrumental. Tiraron de la base electrónica, potenciaron algunas guitarras y escondieron por completo todo el elenco de vientos y cuerdas que les acompañaban en el escenario. Todo ello para destacar las voces de Win Butler y Régine Chassagne que, personalmente, creo que son lo peor de la formación. Ello hizo que la primera hora me resultara frustrante, aunque remontaran algo a la hora de concierto a partir de "Ready to start", "Afterlife" sonara tan estimulante como esperaba, "Orpheus" fuera realmente deliciosa, destaran la locura con "Here comes the nighttime" y acabaran haciéndonos levantar los brazos con el himnazo emocionante que es "Wake up". Algo que me reconcilió con el concierto pero que no impidió que fuera objetiva y lo valorara en su conjunto. Una lástima y una pequeña decepción que posiblemente haga que muchos de sus seguidores nos lo pensemos antes de volver a verles en directo.




Eran pasadas las dos de la madrugada pero aún no tocaba retirada. Porque los programadores del Primavera Sound de este año nos montaron un Jueves de infarto con final de fiesta asegurado, ya que casi a última hora estaban programados dos de los grupos que más ganas tenía de bailar: Disclosure y Metronomy. Su casi solape hizo que sólo pudiera disfrutar de la primera media hora de los primeros, el dúo de hermanos británicos que con su imagen de niños buenos y correctos el año pasado se sacaron de la manga un disco lleno de hits electrónicos de gran alcance, que ha acercado el género a gente como yo que siempre hemos sido un poco reticentes. El secreto de su fórmula sin duda está en sus infalibles canciones, auténticas máquinas de hacer bailar. El gran número de colaboraciones del disco hizo que llevaran parte del sonido pregrabado, pero aún con ello pusieron patas arriba el escenario Heineken tal y como esperábamos. Y yo bailé, berreé y salté con "White noise" y fui totalmente feliz. Ya podía irme tranquila a ver a Metronomy.


Que estos británicos tocaran en el RayBan, mi escenario favorito, casi era un sueño. Porque su música de electrónica suave y dulces melodías pop no podía tener mejor hora ni lugar. Y cumplieron con su cometido potenciando como tocaba su lado más bailongo, acompañados de una bonita y colorida escenografía, haciéndonos partícipes de su baile ensoñador, quemando a tope esos últimos cartuchos del día que nos habíamos guardado a consciencia y proporcionando una sensación general de felicidad. Cantamos y gritamos los estribillos "The upsetter" y "Love letters" como si no hubiera mañana (aunque echara de menos las trompetas), sentimos el aroma veraniego (aunque el frío a esas horas fuera patente) del teclado de "The look" y bailamos "The bay" como el mejor fin de fiesta que pudiera tener la jornada. Alegres y deliciosos, me dieron justo lo que esperaba de ellos, y me hicieron volver a casa con una gran sonrisa paliativa del enorme cansancio y dolor en los pies que apareció una vez abandonado el recinto del Forum en busca de un taxi.




Aún no sé de dónde saqué tanta energía para aguantar todo el carrousel y volver a ponerme en pie al día siguiente para la segunda parte. El efecto revitalizante del Primavera Sound.