sábado, 28 de septiembre de 2013

Tot torna a començar - Mishima

Una ciudad, Barcelona, en la que hoy hace ya diez años que aterricé. Una ciudad a la que llegué con veinte años pero mucha inocencia a mis espaldas, con profunda tristeza por lo que dejaba atrás y mucho temor e ilusión a partes iguales ante todo lo que me esperaba en ella. Una ciudad que se me hacía inmensa, vieja conocida como paseante pero en la que me sentía totalmente fuera de lugar, acaparadora y fascinante a la vez. Una ciudad que por determinadas circunstancias tardé en explorar, que he ido saboreando poco a poco a lo largo de este tiempo. Una ciudad a la que me costó hacerme más de lo que pensaba pero que me ha ido cautivando y atrapando con los años hasta el punto de no querer marcharme de ella.


Una ciudad que nunca deja de sorprenderte, bellísima e inabarcable. Una ciudad que ha sido testimonio de millones de mis historias, en la que tantísimos rincones han sido escenarios en uno u otro momento de las mismas. Una ciudad en la que me he hecho mayor, en la que he descubierto muchas cosas, que me fue abriendo la mente de una manera que posiblemente nunca hubiera conseguido quedándome en mi ciudad de infancia. Una ciudad dura, desafiante, que no regala nada y que tienes que ir haciendo tuya poco a poco, con paciencia, pero que si lo consigues la sientes tan tuya como las miles de almas foráneas que, al igual que tú, pululan por ella y quedaron finalmente atrapadas.


Una ciudad en la que me he topado con muchísima gente con la que he compartido buenos momentos, en la que me he hecho mi hueco y en la que, sobretodo, he encontrado grandísimos amigos, que al fin y al cabo es lo que acaba enganchándote a un lugar. Una ciudad que, a día de hoy, me ofrece casi todo lo que quiero y necesito, que quizás ha moldeado mi forma de ser a la vez que he ido aprendiendo a moldearla a mi forma de ser. Una ciudad mediterránea, viva y abierta como soy o he acabado siendo yo. Una ciudad en la que realmente siento que quiero quedarme el resto de mi vida.


Una ciudad en la que he tenido mil bandas sonoras, que supura música por todos lados. Una ciudad para la que me ha costado encontrar una canción con lo que rendirle homenaje, pero a la que finalmente no puedo tener siempre asociada a Mishima, porque para mí ellos suenan a Barcelona. Una ciudad por la que he paseado multitud de veces con ellos en mi mp3, en la que obviamente les he visto en directo e incluso me he encontrado en alguna ocasión por sus calles. Una ciudad para mí, y si puede ser, para toda la vida.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Ficus - Oso Leone

Como siempre digo yo, el verano no acaba oficialmente hasta que no acaban las fiestas de la Mercè de Barcelona. Una Mercè sin lluvia e imparable, sobretodo de actividades lúdicas y nocturnas, cinco días de anécdotas sin fin, y grandísimos momentos compartidos. Y de entre las miles de actividades, como cada año, los conciertos del BAM, el festival de música independiente gratuito que llena la ciudad de diferentes propuestas. Este año el cartel era bastante más flojo que otros años, menos apetitoso y falto (en mi opinión), de alguna banda internacional interesante, más allá de la presencia de Miles Kane en ese atolladero que es la Damm y al que juré que nunca volvería.


Aun así, al final disfrutamos de algunos buenos conciertos. Los argentinos Él Mató a un Policia Motorizado en plaça Reial el viernes; los grandes Havalina y unos Triángulo de amor bizarro que sin acabar de convencerme como grupo reconozco que tienen un buen directo el sábado en plaça dels Àngels; y el gran día, el domingo tranquilo y familiar en la plaça Joan Coromines con los contundentes Anímic y mi sorpresa de este BAM, unos paisanos míos llamados Oso Leone que hacen algo que no había (hasta ahora, probablemente me equivoque) visto hacer a nadie por aquí.


Me animé a ir al concierto por simple recomendación en diferentes webs. Costó armarse de valor el domingo tras una larga e intensa noche de sábado, pero finalmente fue la mejor manera de paliar la ligera resaca que llevábamos muchos encima. Porque desde el minuto cero nos vimos todos embebidos en una intensa atmósfera cuidada al detalle, una atmósfera de predominancia instrumental aunque con aparición momentánea de la voz cantante en inglés dándole la última pincelada. Toda una experiencia sonora que caló en mis huesos y que hizo que acabara moviendo al cabeza y casi todo el cuerpo hipnotizada por su ritmo, su juego con diferentes instrumentos, sus crescendos y sus momentos más íntimos. Una potente magia sobre el escenario de la que me fue difícil salir una vez me vi en sus garras. O quizás simplemente era lo que necesitaba escuchar en esos momentos.


Poco más que una canción, y de refilón, les había escuchado antes, pero no me faltó mucho más para caer rendida a ellos. Leo por ahí, y suscribo completamente, que les definen como algo a medio camino entre The xx y Grizzly bear. Podría jurar que incluso a momentos me recordaron a unos Local natives menos melódicos y dulces. Todo un conjunto de elementos e influencias llevadas a un terreno aún más experimental y menos convencional que tales referencias, pero resultando finalmente atractivo. Habiendo publicado este año su segundo disco, "Mokragora", de fuerte influencia en la naturaleza, los mallorquines parecen consolidarse poco a poco. Aunque su propuesta no es nada fácil podría considerarlos quizás como una de las formaciones nuevas más interesantes del panorama español. Originales, cuidados e inspirados y con un potente y absorbente directo. No se puede pedir nada más. Como ejemplo, la canción que abre el disco. Espero que os guste.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Right action - Franz Ferdinand

Volver casi a los orígenes musicales. A ese otoño de 2005 en el que cayó en mis manos el disco de debut de Franz Ferdinand y lo escuché hasta la saciedad una y otra vez. En el que me hizo compañía en tediosas y largas horas de estudio, cuando la carrera empezaba a ser ya un lastre y las ganas de acabar aumentaban día a día. En el que me dejé llevar hasta el infinito por la voz grave de Alex Kapranos y esas guitarras y bajo que facturaban temas llenos de energía y lirismo casi a partes iguales.

Volver casi a los orígenes musicales. Es precisamente lo que han hecho Franz Ferdinand en este último disco. Si te has equivocado en tu camino, no es mala idea volver un poco atrás para redibujarlo. Y si lo haces con criterio y buen gusto, mejor que mejor. Porque cuando todo el mundo pensaba que ya estaban perdidos, que ya no tenían salvación (aún con sus efectivísimos directos), este 2013 los escoseses nos han dado una gran sorpresa. Están de vuelta, y a lo grande. "Right thoughts, right words, right action" es el definitorio título para este sonado regreso.


Volver a los orígenes musicales. Volver a sentir con sus canciones lo mismo que sentí por entonces cuando por primera vez los escuché. Aunque sea cierto que el disco en su totalidad no llega al nivelazo de aquel, poco lo falta. Porque no tiene precio volver a sentir toda la energía guitarrera recorrerme el cuerpo con "Love illumination", la gran "Bullets", "Treason! Animals" o esta "Right actions" que fue la primera y esperanzadora pista de lo que nos esperaba. -O volver a esos coros juguetones que encontramos en "Evil eye", a las melodías juguetonas como la de "Stand on the horizons, o a los mejores ecos beatleleros en "Fresh strawberries". Y lo mejor de todo es poder hacerlo sin tener sensación de dejà vu en ningún momento. No es tan fácil.

Siento infinita envidia (sana) por aquellos que pudieron presenciar su último concierto en el pasado dCode en Madrid, porque escuchándolo en la web de Radio 3 se me han puesto los pelos de punta al ver como encadenaron hit tras hit y demuestraron que van sobrados de los mismos. Porque quiero repetir la experiencia del Primavera Sound de 2012, cuando finalmente me quité la espinita y disfruté como una enana en su concierto, con el incentivo de saltar y corear estas nuevas canciones. Bienvenidos sean de nuevo.


martes, 17 de septiembre de 2013

Byegone - Volcano choir

Los días grises parece que han venido para quedarse. Este año el verano ha decidido irse de Barcelona antes de la Mercè, y lo que parecía una tregua ha sido una sentencia, una realidad. Y con esta certeza volvió de realidad de verdad, la de pies en el suelo, la del día a día donde los problemas no han desaparecido sinó que vuelven a asomar la cabeza. Qué duro es haber vivido en una especie de limbo desde que volví de vacaciones hasta ahora. Un limbo de buenas expectativas y ansias que desembocaron y culminaron en un solo fin de semana. Tan intenso y lleno de anécdotas de todo color y tipo que convirtió en insignificante cualquier cosa que viniera después. Quizás por ello la caída es más fuerte, más dolorosa, cuanto más alta es. Porque pasan los días desde entonces y eres más consciente que nunca de ello. Es lo que tiene. No se puede vivir en un limbo constante, quién pudiera. O no, quién sabe si nos acabaríamos aburriendo y echando de menos la aburrida rutina, los problemas, ¿la salsa de la vida?

Los días grises nunca vienen solos. No saben estarlo, pobres de ellos. Vienen de la mano de diferentes sentimientos. Anteayer apatía, ayer recogimiento, hoy nostalgia. Sólo que esta vez creo que se han pasado un poco. Porque la nostalgia invade ahora todos mis pensamientos, todos mis actos, todos mis recuerdos recientes y lejanos, incluso mis comentarios y mis gestos. Tomó todos los poros de mi piel y supura por ella, se siente libre de circular a su libre albedrío por todas mis vías circulatorias y aparecer allí donde menos me lo espero. Aunque por suerte encontró una colección de canciones por las que canalizarse, convirtiéndose en manta y refugio, haciéndose mucho más llevadera e incluso curativa. "Repave", segundo disco de otro de los mil proyectos del polifacético Justin Vernon, que aún habiendo aparcado Bon Iver por una temporada nos ha regalado un disco que bien podría pasar por el tercero de su más famosa formación. Un disco evocador y lleno de mil elementos, cuidado al detalle, íntimo y enérgico, con sus matices vocales en plena forma y una instrumentación igualmente cuidada y al servicio de cada una de las joyitas que esconde. Como esta "Byegone" que podría representar todo lo que nos ofrece el álbum. ¿El disco de este otoño? No lo sé, pero por ahora sólo puedo definirlo en una palabra. Delicia.


martes, 10 de septiembre de 2013

Flutes - Hot chip

Empezó el verano con esta canción en mi cabeza y casi tres meses más tarde reaparece y se encarga de iniciar su (repentina) despedida. Una canción con sabor a sal, aspecto simpático y vivo, olor a dulce frescura, tacto sedoso y agradable y sonido suave y casi susurrante pero rítmico. Festival de los sentidos en tres dimensiones, real pero casi ensoñador, cálido y tierno, que cala lentamente y finalmente engancha, que quieres escuchar una y otra vez en cuanto caes en sus redes, que te abraza, te envuelve y te seduce.

Una canción para bailar sin fin, para dejarse llevar por la sugestión del ritmo electrónico de base que esconde, por su evolución de menos a más, dejarse sorprender por la aparición de cada uno de sus elementos, para perderse en su espiral de loops, coros, campanitas y otros sutiles efectos, en su dulce melodía, en su rítmico, repetitivo y monosilábico estribillo. Empaparte de todo ello y llevártelo en la nube de camino de vuelta a casa. Hasta una gris mañana puede resultar luminosa con ella en la cabeza.


En realidad es una canción que me ha acompañado todo el verano, que ha ocupado horas y horas de pensamiento y recuerdo, que me ha hecho sonreír cada vez que ha aparecido por mi mp3 o mi cabeza. Semanas y días de ansias y expectativas cada vez más intensas, más presentes, con ella en bucle y perspectiva hasta que la misma se hizo real. Como tantas otras de este dúo de pop electrónico al cual pasé a adorar después de pasarlo en grande con ellos en el pasado Primavera Sound, pero con algo indefinido que quizás la convierte en mi favorita, en la absoluta protagonista de todo. Del último disco del dúo, "In our heads", publicado el pasado año pero presente en mi vida ahora. Nunca es tarde.
  
I know it's nothing more than flutes
But something in my heart is loose
There's never been a better day

And if there is nothing more
Then nothing more will add, I say
There's never been a better day

Flutes by Hot Chip on Grooveshark