Aunque ya febrero de 2012, con sus 29 días, haya quedado oficialmente atrás, y con él teóricamente tendría que haber acabado esta serie de entradas dedicadas a voces femeninas, ya os avancé el pasado martes que la alargaría un día más, compensando el hecho de que empezara más tarde de lo que quería y que no haya podido escribir todas las entradas que habría querido. Curiosamente se juntaron todas estas entradas y todas estas canciones en un mes muy particular para mí, en el que he vivido varias cosas a nivel personal, pero que aún así me ha pasado volando. Un mes de aquellos que podríamos definir como montaña rusa, que empezó bien arriba, cayó en picado y finalmente ha vuelto a su lugar, poco a poco, volviendo casi todo a como estaba cuando empezó, o al menos en el camino correcto para que sea así. Toda la sensibilidad que derrochan estas cantantes y sus respectivas canciones me ha servido de cobijo a momentos, de paño de lágrimas a otros, de cura en su mayor parte; en definitiva, de acompañamiento acolchado y perfecto para cualquier tipo de emoción que sintiera en cualquier momento. Todo aquello que me transmite esta que se encarga de clausurar la sección, otra de las razones por las cuales empecé y un gran descubrimiento que hice hace cosa de dos meses y que me cautivó.
Se llama Lex Land (de la que os dejo enlazada su web, desde la que se pueden escuchar sus canciones) y es una jovencísima cantante californiana, bastante desconocida por estos lares, pero cuyas canciones han sido usadas en varias series de televisión. Una de sus particularidades, y quizás de las cosas que más me llamaron la atención desde que topé con ella, es una voz cercana a las que encontramos en el jazz cantando canciones pop-folk, aunque sus temas siempre conserven un cierto matiz jazz, como si su voz finalmente claudicara ante el estilo que más va con ella. Una voz curtida y cultivada en estudios musicales, tal y como puede leerse en su biografía, lo cual puede notarse perfectamente en su técnica. Hasta la fecha ha publicado dos álbumes, en los que toca varios registros entre los estilos nombrados, sonando sus canciones diferentes entre ellas pero dotando al conjunto de una cierta coherencia. Del primero de ellos, llamado "Orange days on Lemon street", del año 2008, pertenece esta canción, que posiblemente es la que más me ha cautivado de todas las que le he escuchado. Un tema lento y reposado, en el que se pueden apreciar todos los matices de su voz y su estilo compositivo, una pequeña delicia para escuchar con los ojos cerrados y dejarse llevar por aquello que nos haga sentir, desde desahogo hasta ganas de vivir, calma tras la tormenta, melancólica alegría.
Y como os decía arriba, con ella acabo este pequeño especial, esperando que lo hayáis disfrutado casi tanto como yo haciéndolo. Se me quedaron bastantes grupos y cantantes en el tintero, por lo que no descarto volver a hacer otro de estos, pero más adelante. Espero que os haya gustado.