Sábado 12 de mayo, noche más cálida de lo habitual para ser mayo, primer día en que desenterré mis adoradas sandalias. Entre varios eventos musicales en la ciudad y alrededores, un discreto y casi no anunciado concierto de una de mis bandas predilectas en la pequeña sala Ramón Romagosa de Cornellà. Tras una odisea para conseguir las entradas que sufrió sobretodo mi amiga Adriana, con quien compartí el evento y a la que tengo que agradecer su enorme paciencia, que pasó por casi no encontrar el evento por internet, caer por casualidad en la página del ayuntamiento de la localidad vecina y descubrir que había que llamar al mismo para comprarlas, contactar con ellos tras tres intentos (y pensar "Con la administración nos hemos topado!!"), poner cara de póker cuando informaron de que para comprarlas había que hacer una transferencia bancaria que finalmente no hubo necesidad de hacer y estar hasta cinco minutos antes buscando donde estaban las taquillas del teatro para cogerlas; allí estábamos, esperando un concierto muy familiar, casi un privilegio, algo muy cercano a lo que finalmente vivimos.
Unos veinte minutos más tarde de la hora programada, tras las cortinas del teatro empezaban a sonar los acordes de la preciosa "Un mundo en un cuadrado", de su primer EP "Bidimensional", y los pelos ya se me pusieron de punta. Se abrió el telón al empezar la letra y ahí aparecieron los sevillanos en sus posiciones, en un ambiente un tanto extraño al estar todos nosotros sentados y en silencio sepulcral. Una situación que resultó aún más extraña al sonar una fantástica versión más guitarrera que la original de la mítica "Astrolabios" (única del segundo disco que sonó), tras la cual Miguel Rivera se arrancó a pedirnos con toda la gracia del mundo que nos levantáramos todos y nos pusieramos delante del escenario, reclamo al cual acudimos velozmente ante las ganas reprimidas de movernos y cantar al son de sus temas más movidos. Presentaron principalmente su último disco, "Satie contra Godzilla", con canciones como el pegadizo single "El ruído que me sigue siempre", hicieron que se me saltaran las lágrimas con las melancólicas "La balsa" y "Silencio", del disco anterior, "A la hora del sol", y acudieron a su disco de debut a por dos de las más reclamadas, "Piedraluna" y la dulce y tierna "Diecinueve", volvieron a su primer EP con "Des-Pi-De", una de mis favoritas y la que acompaña esta entrada; para finalmente volver a acudir a ese primer disco y poner al final el recinto patas arriba con ese temazo que es "Agosto esquimal".
En sus más de diez años de carrera la banda ha mostrado una clara evolución del pop más electrónico presente en sus primeros temas a sonidos más guitarreros y contundentes presentes en sus últimos trabajos. Una evolución que testimonia su fantástico directo, en el cual sus primeros temas sustituyen sintetizadores por guitarras pero siguen sonando de maravilla. A nivel de discos, personalmente quizás considero que los últimos no son tan redondos como ese disco de debut que se marcaron allá por el año 2002, pero en ellos siempre encuentras un buen puñado de preciosas canciones. Y en directo sonaron de maravilla, con la preciosa voz de Miguel infalible, las guitarras y el bajo en su sitio, sin estridencias, potentes cuando lo pedía la canción, íntimos en sus temas más tranquilos. Además mostrando una enorme simpatía y carisma sobre el escenario, que nos puso a todos en el bolsillo a los pocos minutos, mostrándose cálidos y cercanos, llegando a la cima en la última canción, en la cual Miguel se sentó al borde del escenario invitándonos a todos a acercarnos a él y cantar ese tema que todos nos sabíamos de memoria.
Con su directo me recordaron por qué siento tanta debilidad por ellos. Porque fue un concierto que me llegó al alma, que me arrastró con ellos, que sacó a flote todos mis sentimientos, que me hizo vibrar, cantar, saltar, reír y llorar. Todo un torrente de emociones durante una hora y media, del cual salimos con una sonrisa en los labios y esa sensación de "Ay!! - mirando al cielo" similar al que se queda en ti tras despedirte de alguien especial. Además en un contexto casi íntimo, muy familiar, sintiéndonos todos privilegiados de haber presenciado algo así. Un concierto del cual pasaron los días y aún no olvido las sensaciones vividas. Del cual acabé con dos preciados trofeos en mis manos, la setlist escrita a mano y un cartel. Todo ello en buenísima compañía, y en una gran noche en la que, además, lo pasamos de maravilla.
Es uno de los pocos grupos nacionales, que me gustan, y que, por unas cosas u otras, aún no vi en directo...y no será por falta de ganas!!
ResponderEliminarEs un grupo que no está mal. El anterior "A la hora del sol" me gustaba aunque me generaba sensaciones contradictorias dependiendo del corte en cuestión. Me alegra que disfrutaras, hay que apoyar los productos en nuestras lenguas, claro. Besets.
ResponderEliminariaGo, pues estate antento porque seguro que en algún momento pasan cerquita de Galicia, están de gira con el nuevo disco, te los recomiendo, son una pasada y el sonido de las canciones nuevas gana mucho.
ResponderEliminarJohnny, como decía en la entrada, los últimos discos son un poco más flojetes pero quizás por el estilo más cercanos a lo que puede gustarte, pero tienen en ellos algunas joyitas. El que dices, sólo por esa maravilla que es "Silencio", ya vale la pena.
ResponderEliminarLo de apoyar productos en nuestras lenguas ya sabes que me cuesta, pero en cuanto encuentro algo, ahi´que estoy :-)
Besets!!!