Un paseo tranquilo por un bosque al lado del mar. Un bosque en estado de gracia, verde con matices de rojo, naranja, violeta y amarillo, bordeado por un mar inmóvil de color azul a medio camino entre intensidad y claro, en gradación. Un sol nórdico agradable de primera tarde, abrasante si no fuera por ese viento que lo atenúa. Y de repente, un claro. Una caseta abandonada, cerrada, y al otro lado, un columpio. De rueda, de aquellos que salen en las películas y tan pocas veces viste de pequeña. Mirar el columpio con deseo. No sé qué tienen los columpios que en cuestión de segundos consiguen sacar sin resistencia a la niña que llevo dentro, que se negó a crecer, que alguna vez soñó con subir a un columpio solitario en un paraje así.
Perder la vergüenza y sentarte, comprobar que a pesar de lo ancho de tus caderas tienes lugar ahí, no es impedimento. Empezar a mover las piernas, a tomar impulso. Y de repente, sentir el aire mecer las ondas de tu pelo, acariciar tu rostro, hacer bailar tu ropa. Cerrar los ojos y volar, abrirlos y ver todo el verde a tu alrededor, el mar de vacaciones, ese trozo de tierra al otro lado que espera que dentro de unas horas el sol lo envuelva y tiña su contorno de color naranja intenso. Pretendías estar cinco minutos pero estás tan a gusto volviendo a sentir tantas cosas que hacía tanto que no sentías que no paras. Y cuando te das cuenta, el disco "Where the oceans end" de Cocoon, ese disco que, a la estela del anterior, tanto costó que te hechizara y ahora adoras, ideal para acompañar un momento así, vuelve a su primera canción, allí donde estaba cuando te subiste al columpio. El tiempo ha volado y tú te has sentido libre, has sido muy feliz. Es tarde y toca volver a casa, frenar con los pies, levantar tierra, bajarte y seguir el camino. Sentir, durante el mismo, que tu cuerpo aún siente el movimiento. Que pasen los días, las semanas, y esas mismas melodías te evoquen esos minutos de paz. Sentir paz al volverlas a escuchar. Cerrar los ojos. Soñar.
Canciones anteriores:
- Chupée
- Owls
Hace tiempo que no me emocionaba tanto con una canción.
ResponderEliminarBuen texto y muy buen tema
Cocoon! Son adorables. Igual que tu historia, columpiarse con esa libertad que explicas es algo que parece perdido una vez dejas la infancia, me alegro de que hayas podido recuperarlo ni que sea un ratito. Voy a decirle a Vanessa que suba a Facebook una foto del columpio que tenemos en el patio de la casa rural aquí en Coruña, te gustará.
ResponderEliminarAbrazo!
Empecé este año escuchando este disco. A mí me enamoró a la primera. El título, la portada, las canciones, las letras, el cantante.
ResponderEliminarSergi, no sabes lo que me alegra que te haya emocionado tanto la canción, es preciosa, échale una escucha al disco entero ue te enamorará, esto es sólo un petit tast. Son adorables.
ResponderEliminarJMHulme, columpiarte es hacer un viaje directo a la infancia, y sobretodo, como tú dices, a esa libertad que tienes, a ese poco miedo al ridículo que tienes por entonces y que vas ganando con la edad. Adoro los columpios y siempre que puedo (y no hay mucha gente alrededor, que una sí que tiene un poco de vergüenza) no dudo en probarlos. Creo que esto no cambiará en la vida.
ResponderEliminarY sí, Cocoon son un amor, deliciosos. Y finalmente su segundo disco me encandiló.
Un abrazo!!!
Lleonard, primero de todo, bienvenido al blog!!! A mí este disco al principio se me hizo un poco cuesta arriba, porque había machacado mucho el anterior, no sé por qué, pero con el tiempo me ha enamorado por completo. Esa instrumentación tan cuidada y la delicadeza de sus voces y sus melodías se hace irresistible, sí.
ResponderEliminarMe lo compré en Amazon nada más escucharlo jajaja
ResponderEliminarOjala leyera esto la persona que puso el columpio. quien se habrá columpiado allí antes ¿? porque vaya vistas tan bonitas ... uno de mis mejores regalos de la infancia fue un columpio en la huerta del pueblo, la pena es que ya no se puede usar de lo oxidado que está. tendrian que poner columpios en los miradores :)
ResponderEliminarun besote.
Sergi, ya veo que te gustó, jeje, que lo disfrutes, creo que para tus peques, además, es ideal.
ResponderEliminarViola, probablemente ni lo entendería, jeje. Supongo que miles y miles de niños se habrán columpiado ahí, no es exactamente un mirador sinó que es un claro en el camino que hice que bordea el mar en el fiordo de Trondheim, y era genial estar columpiándose viendo ese paisaje. Hubiera dado la vida porque me hubieran regalado un columpio de pequeña, era de las cosas que más me gustaban, y de mayor, como digo, me seiguen gustando.
ResponderEliminarUn beso!!!