Fue una noche inusualmente cálida de finales de octubre, en la que algunos aún calzábamos sandalias. Un calor que se multiplicó aún más dentro de la sala gracias a la energía inagotable de Nic Offer y a la propuesta musical de su banda que, desde el minuto cero, nos invitó a un festival de baile imparable. Porque si de algo se trató la hora y cuarto de concierto fue precisamente de baile, puro y duro. Sin bajones, sin tregua, sin descanso, sin casi parar entre canción y canción. Desde la inicial "Jamie, my intentions are bass" fue imposible quedarse on los pies o la cabeza quieta. Todos y cada uno de nosotros fuimos esclavos, por un momento, de un ritmo imparable. De un ritmo que cabalga entre el funk, la electrónica y el rock y cuya mezcla majestuosa es marca y seña de la casa, inconfundible, única. Una mezcla que les permite el lujo de que no suenen todas las canciones iguales. No cualquiera lo consigue, y transmitirlo en directo es aún más difícil.
Un cantante con un desparpajo y una simpatía que hace que no pueda aguantarse sin bajar del escenario y echarse unos bailes entre los que le estábamos viendo. Hasta en tres ocasiones lo hizo, siempre por los lados, llegando hasta la mitad de la sala, todos atentos por si éramos afortunados y pasaba por nuestro lado. Que interactuó una y otra vez con aquellos que estaban en primera fila, a los que incluso cedió el micro en algún momento. Y que permitió y disfrutó de que al final del concierto el escenario fuera invadido por todos aquellos que quisieron unirse a la fiesta y bailar con él las finales "Yadnus" y "Heart of hearts", dejando descolocados a los responsables de seguridad y proporcionándonos uno de esos momentos que difícilmente olvidaremos.
Pero por mucho que el líder y el alma de toda esta maquinaria sea Nic Offer, todo ello no sería lo que es sin la gran banda que le acompaña. Porque si la voz cojeó, ellos con su carga musical, bajo, guitarra, batería y sintetizadores, fueron los que sostuvieron musicalmente todo el conjunto sonoro, ellos fueron los que dotaron de algo más que simple espectáculo al concierto. Ellos fueron los que mantuvieron la energía, los que estiraron y amoldaron las canciones al directo, los que suplieron las carencias en coros y aspectos vocales presentes en estudio y pasados por encima en directo. Quienes les vieron en anteriores ocasiones extrañaron a la corista, que posiblemente le hubiera dado ese plus vocal a las melodías que fue lo único que se echó de menos.
También el setlist, copado principalmente por los principales temas de su notabilísimo último disco, ese gracias al que me enganché a ellos, ayudó a mantener esa constante energía y subidón. Cayeron canciones como "Californiyeah", "Except death", "Careful" y unas celebradas "One girl / one boy" y "Slyd", esa bomba electrónica que por ser otra de mis grandes canciones de este año es la que se encarga de acompañar esta entrada. Uno de esos temas que cada vez que escucho cae víctima del temible modo bucle, que me insufla ganas de bailar al segundo de escucharlo, aún siendo tan electrónica. También dejaron espacio a alguna representación del "Strange weather", como la también electrónica y tremenda "Hammer"; pero sobretodo del "Myth takes", del que, además de las mencionadas que finalizaron el concierto, rescataron también "All my heroes are weirdos" y "Must be the moon". Una selección que confieso que casi parecía hecho a la carta para mí, por lo que realmente me sentí muy afortunada e hizo que las sensaciones en el concierto fueran inigualables.
Fue imposible no salir de la Apolo totalmente sudados y con los pies machacados. Quizás se nos hiciera corto, pero no por ello nos sentimos defraudados. Porque no pudimos pasarlo mejor. Les he visto dos veces este año y os aseguro que no me importaría repetir y que os recomiendo encarecidamente que no os perdáis si tenéis ocasión. Porque siempre proporcionan grandes noches.
PD: tanto tiempo y al final he hecho lo que no quería, poner igual casi todo el texto. Pero es que realmente no puedo describirlo mejor.
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