viernes, 23 de noviembre de 2012

Beta tauri - Cari clara





Salgo del laboratorio y ya es plena noche. Un suave pero notable frío ha tomado esa parte alta de Barcelona en la que estoy y desde la que casi se puede divisar entera. Mientras bajo la cuesta que me conduce hasta la boca del metro mis manos buscan cobijo en los bolsillos de mi gabardina y mis hombros y mi cuello sonríen felices al verse arropados por ese mantón de abuela de color rojo que es de las pocas razones por las cuales me puede llegar a gustar el frío. No queda mucho por hacer más que volver a casa, y si algo hubiera costaría reunir las fuerzas necesarias para atajarlo. Como si el frío y la oscuridad nos cayeran encima como una losa que nos infundiera un irremediable cansancio.

Hago balance y ya son seis noviembres que hago ese mismo recorrido día a día, anochecer a anochecer, quizás cada vez más tarde, quizás cada vez con más parsimonia, con menos energía. Y con los balances viene la nostalgia, otra vez, inagotable compañera de estos días, y más al revelarse lo que me rodea y con la revelación, la consciencia de todo lo que ha cambiado casi sin darme cuenta. De cómo hemos cambiado los que deambulamos por las paredes de esos laboratorios que dejo atrás. Nos hacemos mayores, la vida cambia o está a punto de cambiar para algunos de ellos, el cariño sigue ahí presente pero cada uno sigue su vida, su camino. Algunos ya marcharon, otros están a punto de hacerlo y los que quedamos en el limbo no sabemos cuánto duraremos, cruda y cómoda incertidumbre. Se acabó el tiempo de las cenas, excursiones reuniones y salidas sin que nada hayamos podido hacer por evitarlo. Se acabaron los los miles de álbumes de fotos de cada año, este 2012 probablemente acabe con una carpeta más vacía. Resulta triste verlo pero al mirarnos a los ojos y sentir que la complicidad no ha muerto es señal de que las cosas en el fondo no han cambiado tanto.

Me había propuesto aparcar un poco la nostalgia otoñal, pero a pesar de que al frío le está costando establecerse la oscuridad que cada día gana terreno hace que me resulte casi inevitable, y más aún con canciones como esta que tengo guardada en la recámara desde hace tanto tiempo. Una delicia de la que cuesta incluso encontrar información en google que me descubrió hace ya un tiempo mi amigo JMHulme, de una banda británica con el curioso nombre de Cari clara con clarísimos ecos a los primeros Coldplay, con un poco a los Budapest de "Is this the best it gets" y un ligero toque épico a lo Elbow, todo muy británico y muy gris, muy nostálgico, muy otoñal. De su fantástico disco "It's our hearts we're after" del año 2009. Espero que os guste.




Beta Tauri by Cari Clara on Grooveshark

3 comentarios:

  1. El paso del tiempo nos mueve hacia puntos distintos, es difícil viajar siempre en el mismo tren.
    Cari Clara, suena como la música de los sueños. Cuanta buena música por descubrir para los que somos adictos a ella.
    Un abrazo.

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  2. Javier, me alegro de que te haya gustado la canción, le diste además un matiz descriptivo precioso que nunca había pensado y voy a adoptar. Y sí, excelente reflexión, nos gustaría viajar en el mismo tren pero muchas veces es imposible, e incluso insano.

    Un abrazo!!!

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  3. Me gusta mucho cómo te recreas en los claroscuros de la situación que describes. No es sólo que hables de la tristeza otoñal, creas el ambiente, exploras los matices y las aparentes contradicciones. Buen texto.
    Un abrazo!

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