Quizás pocos de vosotros les conozcáis ya que se trata de una banda de pop británico procedente de Manchester de esas que siempre vivió a la sombra, desde su debut discografíco hace doce años. Como he indicado arriba, les conocí en uno de esos cds que un compañero de la facultad me iba pasando periódicamente (gracias a los que descubrí, entre otros, a Ash o a Snow patrol), y me impactó ese pop austero pero elegante, amable pero con algún toque de oscuridad que destilaban sus canciones. Aunque perdí ese cd y nunca más supe de él (ni de ellos), algo quedó en mi memoria, lo que vino justo al abrir su sexto y último trabajo, publicado este mes.
Un trabajo que ha sido producido por Guy Garvey, algo que sí, se deja sentir en muchas de sus canciones, pero sin llegar a la épica que llena las canciones de Elbow, como si se hubiera esforzado por darle su toque personal sin romper la esencia de la banda, guardada en paño de seda, tan delicada como resulta. Delicada como las diez composiciones que lo forman, toda una lección de pop elegante y madurez sonora. Porque sí, la fórmula sigue siendo la misma, siguen sonando a ellos mismos, pero perfilando todos sus matices. La personal voz de John Bramwell, a medio camino entre las típicas voces agudas británicas y el desgarro de las voces folk norteamericanas, se luce de manera brillante dándole ese toque personal que tiene la banda y que llega abanderando desde sus inicios.
Dentro de esa elegancia y esa delicadeza, todos los cortes se mueven en tempos suaves, más o menos acelerados, pero todos ellos jugando en la misma liga. Empiezan de manera casi acústica con una "Bullets" de ritmo juguetón, preludio de una "Masquerade" con matiz mediterráneo que hace acto de presencia a mitad de disco dándole luminosidad al conjunto. La mano de Garvey se siente principalmente en las instrumentaciones presentes en los temas, como los vientos que aparecen en la preciosa "Let it all in" o en la melancólica pero alegre "Some better day", que les aportan un toque cálido, así como en las intensas orquestaciones que acompañan el estribillo de "These days are mine" o las que culminan la maravillosa y desgarradora "Hold back the night", posiblemente el tema principal del disco y la elegida para acompañar la reseña, una de esas canciones que van de menos a más, cogiendo ritmo hasta que estalla. También hay momentos para la calma, el acercamiento al folk y la desnudez sonora, como el "Forgive me these reminders" que clausura el disco, o la emotiva "Shoeless", otro de mis favoritos.
Todo ello forma parte de un trabajo muy equilibrado en su conjunto, en el que no destacan demasiado unos temas sobre otros, sin casi un single claro, del que incluso cada uno de nosotros podría tener un favorito diferente. Un disco sorprendente que hará las delicias de todos aquellos amantes de los sonidos británicos más suaves. Os invito a descubrirles, podríais llevaros una grata sorpresa.