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miércoles, 22 de febrero de 2012

The longest winter - Julie Doiron

Podríamos decir que esta mujer era, para mí, una de las miles de asignaturas musicales pendientes. Había oído hablar de ella en diversas ocasiones y nombrada incluso por algunos de vosotros. Encontré, como ya me ha ocurrido muchas veces (voy a tener que dedicarle un post entero algún día), en la carpeta de música de mi compañera del laboratorio uno de sus discos y pensé que era la oportunidad perfecta para conocer qué misterio escondía esta cantautora canadiense de larga trayectoria y extensa discografía. Y me encuentro con una voz muy cálida, con un punto de arrastre en las notas musicales y una dicción relajada, acompañada de arreglos simples de igual calidez, como si se fusionaran un elemento con el otro. Canciones reposadas y elegantes, a medio camino entre pop y folk, en un estilo muy clásico pero hechas con supremo buen gusto. Al menos lo que me encontré al introducirme en su disco "Julie Doiron and the Wooden Stars", del año 1999, resultado de su primera colaboración, como el propio nombre del disco indica, con la banda también canadiense Wooden Stars.

Del disco quedé atrapada especialmente a esta canción. Quizás la más triste y melancólica, quizás una elección personal al cien por cien, pero quizás sea también la que más me va estos días, la que más y mejor me puede acompañar en estas noches de invierno. Quizás es que siento, como la canción, que este invierno se está haciendo largo, y que más largo aún se me va a hacer. El invierno es tiempo de espera, de cuarentena, de sobreponer la razón al sentimiento si es necesario, de aguantarse algunos deseos como terapia, como siembra para algo bueno de cara al futuro. Pero también de sonrisas y de calor humano de aquellos que tenemos cerca y nos aprecian, de solidificar amistades en largas conversaciones. De sentir en ello una cura, para que, el día que llegue la primavera de verdad, la de renacimiento de verdad, salir fortalecidos y con ganas de volver a empezar de cero aquello que tiene que renacer, porque quizás valga la pena conservarlo pero para ello sea necesario haberlo dejado de lado por un tiempo. Espero que os guste esta delicia.


The Longest Winter by Julie Doiron on Grooveshark