Pocas cosas hay mejores que dejar la mente en blanco por unos minutos. Pero para ello lo mejor es sumergirse en el agua, ir nadando hasta el fondo, alejados de todo el mundo, contemplar primero los montecillos de arena blanca del fondo y el divertido movimiento de nuestros pies luchando para no hundirnos. Entonces es el momento de tumbarnos y flotar sobre el agua, extender los brazos y sumergir nuestras orejas bajo el agua. Que sólo se oiga el movimiento del agua (si la presencia cercana de un motor de barco no lo impide). Autismo total, consciencia única de nuestro cuerpo. Única preocupación, no hundirnos, contar nubes (si las hay). Perderse en la inmensidad del cielo azul. Escenario ideal para vaciar nuestra mente y sentir, por un momento, que estamos fuera del mundo. Sin sentirlo, sin ver como todo da vueltas, sin saber donde estamos, porque el cielo es igual en todos lados.
No es que sea la canción más adecuada para ello, pero sí otra de esas canciones de "no pensar". Otro caramelito de baile ligero y refrescante que ocupa mi mente a momentos, que conozco desde hace casi un año. Un dúo californiano que por fin ha publicado su disco de debut, con el que siguen con las mismas ganas de hacernos bailar que sus aperitivos prometían. Muchas influencias ochenteras, electrónica sutil y ligera y unas melodías dulces y pegadizas son la receta con la que nos intentan conquistar, aunque sus mejores temas siguen siendo los que ya nos hicieron conocer antes. Como esta que, además, viene acompañado de un original vídeo. Que la disfrutéis.