Lo que iba a ser un fin de semana imparable y lleno de mil cosas a hacer, trabajo incluído, sufrió un inesperado cambio de perspectivas y planes ayer por la tarde a eso de las 3 de la tarde, cuando una torcedura tonta de pie caminando de manera normal me dejó en el suelo y con un sospechoso dolor en el tobillo que, tras tres horas esperando en urgencias, resultó ser un leve esguince que me tendrá obligatoriamente postrada en sofá o cama durante unos días. En fin, cosas de la vida, señales que te da cuando pretendes estar por cien cosas a la vez, que es básicamente lo que me sucedió ayer por la tarde, en que los nervios y la ansiedad por algunas cosas del trabajo me pasaron factura.
Después de pasarme toda la tarde de ayer nerviosa y lamentándome, es la hora de tirar adelante y tomarse las cosas tal y como vienen. Y el día se despertó gris y lluvioso, pero lo mejor de todo es que se me ha antojado un día ideal para postear una canción preciosa que, desde que la escuché, me enamoró por completo. Confieso que no tenía demasiado controlada a PJ Harvey, una de las cantantes más míticas del indie rock desde los años 90 hasta nuestros días. Al saber de su visita al próximo Primavera Sound, me interesé por conocer su trabajo, haciéndome mi compañera del laboratorio una lista con los que ella considera sus mejores temas. Una lista que me encantó, de la cual uno de los temas que más me cautivó fue este.
Perteneciente a "Stories from the City, stories from the sea", su quinto álbum de estudio, publicado el año 2000, probablemente la aportación de Thom Yorke tenga parte de la responsabilidad de que me guste tanto, dándole ese toque de melancolía en su voz que contrasta con el tono más rockero de ella, y haciendo del conjunto una delicia musical. Un tema lento, triste pero precioso que, a pesar de mi estado hoy, me apetece muchísimo escuchar.