Ponerse a escribir una crónica o impresiones de un concierto más de un mes después de haberlo vivido es complicado y raro. Y hacerlo ya durante la noche del 24 de diciembre ya es directamente (casi) de enfermo mental. Iba a buscar la canción para felicitar estas fiestas que tan poco me gustan, que curiosamente siempre la encuentro, pero no me sale, no. Mi cuerpo lo que me pide es no acabar el año, antes de que llene este espacio de listas y recordatorios de 2013, sin rememorar por aquí lo que fue el concierto de Local Natives del pasado 16 de noviembre en la Joy Eslava de Madrid. Un evento muy especial, más allá del aspecto musical, por ser la primera vez que acudía a un concierto en Madrid y por compartirlo allí con mi querida Viola. Tantos meses de espera con la entrada guardada después de verles de manera un tanto atropellada en el Primavera Sound se merecían las mejores galas y, cómo no, unas líneas.
Fue una noche muy fría, quizás la primera noche fría de verdad que viví este otoño, en la que sólo la calidez y el ritmo de las preciosas canciones de Local natives podía poner remedio, ser medicina y cura. Unos acertadísimos Cloud control con una curiosa y efectiva mezcla de shoegaze y dulzura pop fueron los encargados de caldear el ambiente y compensarnos a aquellos que habíamos llegado temprano para coger un buen sitio. Mientras estos australianos lo daban todo sobre el escenario y nos hacían disfrutar de sus canciones, la pequeña (y preciosa, por cierto) sala se iba llenando hasta los topes. Daba la sensación de que realmente ya no cabía nadie más allí dentro, que había sido un sold out en condiciones y de última hora, testimonio de la gran expectación que habían generado los californianos.
Un público especialmente joven que sí, reconozco, me hizo sentir un poco mayor, pero que en el fondo siempre es motivo de alegría al comprobar que existen adolescentes y post-adolescentes con criterio musical. Un público, además, entregado desde la primera canción, que se sabía las canciones de pe a pa, que probablemente había escuchado los dos discos de la formación tantas veces como he hecho yo a lo largo de este año. Será que en el fondo soy una teenager eterna, qué remedio.
Más de un mes después, como podéis imaginar, es imposible acordarse del setlist, del orden de las canciones. Puedo hacer trampa, consultar la excelente reseña que escribieron para Crazyminds sobre el evento y decir que sí, empezaron con "Breakers", y que sí, que enlazaron después "World news" con "Wide eyes". Debo decirlo porque a esas alturas del concierto mis vellos estaban ya de punta y las primeras lágrimas brotaban de mis ojos. Sí, ni cinco minutos de concierto y ya tenía lo que esperaba. Lo que esperas tras escuchar durante un tiempo una y otra vez sus canciones, tras hacerlas formar parte de tu vida y que hayan empapado ya varios recuerdos recientes. Que transmitan esa magia sobre el escenario, que te lo remuevan aún más todo por dentro, que puedas cantarlas y sentirlas aún mejor de lo que lo haces con sus grabaciones.
Eso fue todo lo que consiguieron durante casi hora y media de directo. Lo reconozco, no puedo ser objetiva. No a estas alturas, no con uno de mis grupos de este 2013, no con unos chicos que me tienen completamente robado el corazón, que tienen todos los ingredientes en sus canciones para hacerlas memorables. Porque todo lo que vino después de esas tres canciones fue precisamente eso. Intensidad, energía, épica, emotividad. Polifonías celestiales en forma de cuatro voces perfectamente acopladas y combinadas, perfectas en sí mismas, juntas y por separado. Cuatro voces cómplices y comunicativas, en perfecta sintonía entre ellos. Tan jóvenes y tan entrañables, cambiando posición e instrumento de tanto en tanto, combinando efectividad musical y simpatía. Una simpatía expresada hasta en un atropellado español por Taylor, que explicó que había pasado un año estudiando en Granada. Qué majo él, qué majos ellos. Para llevárselos a casa.
Pero no todo fueron voces. Sólo con voces no se consigue un directo así. Porque capítulo aparte merece toda la energía instrumental y el ritmo que las acompañaba. En forma de batería, percusión y guitarrazos potentes y bajo contundente. En su justa medida, allí donde hacían falta, sin perturbar la magia ni romper las preciosas melodías. Apareciendo como toca en los estribillos de canciones como "Heavy feet", "Black balloons" o en los teclados del intenso final de "Camera talk". Tan bien hecho que consigue que ni yo echara de menos las cuerdas que aparecen en estudio.
Fueron circulando todas (miento, casi, reconozco que eché de menos "Black spot") y cada una de las joyas que componen sus dos fantásticos discos, "Gorilla manor" y "Hummingbird", de 2009 y 2013 respectivamente, todas sonando bonitas, nítidas, lúcidas. Toda una delicia sonora que no pudo acabar mejor que, primero, con una versión en acústico de una de mis preferidas, "Who knows who cares", en un momento en el que tuve que armarme de recursos para disimular, otra vez, los lagrimones acompañados de tantos recuerdos y emociones de este año que inevitablemente tengo asociados a ella. Y finalmente, con un sonoro y enérgico bis en el que tocaron la canción que representa como ninguna el espíritu de la formación, "Sun hands". Con la que se despidieron dejándonos con ganas de más pero felices de que nos hubieran dado lo que queríamos, lo que esperábamos de ellos e incluso más. En comunión de felicidad colectiva, éxtasis emocional, sensación de haber visto algo muy grande.
Soy consciente de que en realidad son más una filia personal que otra cosa, que quizás no sean para tanto, pero no puedo evitar que sean uno de mis grupos de este año. Un grupo que me ha ido conquistando poco a poco, canción a canción, desgranando uno y después el otro disco, hasta tenerme totalmente enamorada. Tanto que me cuesta no escribir estas líneas sin contener el azucarero. Ya lo siento si al final provoqué diabetes, pero desde este rincón no puedo evitar expresarlo de otra manera. Acompaño la entrada con una de las canciones más emocionales del "Gorilla manor", por el recuerdo que tengo en directo y por contener tantos de los elementos de su música en cuatro minutos y medio. ¿En serio que aún no os habéis resistido a ellos?
Que bonito dejar esta crónica para nochebuena :)
ResponderEliminarFue un gran concierto metido en un gran fin de semana. A mi me cuesta mucho que me entren grupos nuevos y ellos lo hicieron desde el principio. Algo tienen. Lo que más me gustó del concierto es la gran entrega que tienen desde el comienzo. Y nada de pose. No aguanto ir a conciertos de yogurines y que toquen desganados o creyendose lo que no son. Recuerdo al buscar información de grupos del PS que en todas las paginas de usa que tengo hablaban de ellos muy bien y sólo hacia falta ver sus youtubes, era uno de los imperdibles.
Felices fiestas Atticus, un beso.
Jejejejeje mejor no digo que fue casi accidental y atropellado más bien... pero sí, bonito dejar algo asi´para un momento tan particular.
EliminarAis sí, el contexto del fin de semana aumenta la sensación de gran concierto, un día redondo a pesar de la lluvia. TAnto tiempo esperando y tantas ganas para vivirlo con aún más intensidad. Es cierto lo que dices, son jóvenes y super naturales, tal y como son ellos, lo que dices tú, sin poses, es verdad que eso les hace aún más geniales. Y compartirles contigo me hace muchísima ilusión.
Felices fiestas para ti también, guapísima.
Un besazo!!