A una hora relativamente temprana para estos eventos, alrededor de las 19.30, me sorprendió gratamente ver a tanta gente en la sala. Aparecieron sobre el escenario los cuatro miembros de la banda con atuendo blanco y negro y con una lona para proyecciones detrás, dándole el ambiente idóneo para su música. Altamente concentrados, desde el minuto cero sonaron potentes y minuciosos, pudiendo distinguir cada una de las capas de guitarra y el bajo con nitidez. Aunque comenzaron recuperando uno de los temas de su primer disco, "Autoficción", el setlist se centró en su segundo trabajo, Litoral, un tanto más jazz y experimental que el primero, más maduro y repleto de referencias literarias. Unas referencias literarias que acompañaron en forma de breves textos a lo largo del concierto enriqueciendo aún más el recital.
Todo ello en conjunto creando una deliciosa atmósfera de evocación infinita, de la que invita a cerrar los ojos y dejarse llevar, mover la cabeza al ritmo de las distorsiones y sentir la elegancia de los tintes de jazz e improvisación que aparecen de tanto en tanto. Un aspecto que protagonizó uno de los momentos culminantes del concierto, cuando en "Magnitizdat" un saxo empezó a sonar de repente y, al abrir los ojos y mirar detenidamente al escenario, vimos como el batería se había puesto en pie para tocar ese instrumento, para después pasar adelante y continuar con una sentidísima improvisación que transmitía tanto sentimiento como el erizamiento de vello colectivo que provocó. Es por ello que es esta la canción que acompaña esta entrada.
Una de las pruebas más patentes del éxito que obtuvieron los malagueños ante el público barcelonés fue el silencio que fue estableciéndose poco a poco entre los asistentes, que desembocó en crecientes y sinceras ovaciones a cada final de cada tema. Como si hubieran conseguido introducir a todo el mundo en sus atmósferas, imbrincando cada línea de guitarra, sintetizadores, bajo y batería entre todos nosotros en una conexión directa y mágica que resulta emocionante al recordarla días después.
Todo ello en conjunto creando una deliciosa atmósfera de evocación infinita, de la que invita a cerrar los ojos y dejarse llevar, mover la cabeza al ritmo de las distorsiones y sentir la elegancia de los tintes de jazz e improvisación que aparecen de tanto en tanto. Un aspecto que protagonizó uno de los momentos culminantes del concierto, cuando en "Magnitizdat" un saxo empezó a sonar de repente y, al abrir los ojos y mirar detenidamente al escenario, vimos como el batería se había puesto en pie para tocar ese instrumento, para después pasar adelante y continuar con una sentidísima improvisación que transmitía tanto sentimiento como el erizamiento de vello colectivo que provocó. Es por ello que es esta la canción que acompaña esta entrada.
Una de las pruebas más patentes del éxito que obtuvieron los malagueños ante el público barcelonés fue el silencio que fue estableciéndose poco a poco entre los asistentes, que desembocó en crecientes y sinceras ovaciones a cada final de cada tema. Como si hubieran conseguido introducir a todo el mundo en sus atmósferas, imbrincando cada línea de guitarra, sintetizadores, bajo y batería entre todos nosotros en una conexión directa y mágica que resulta emocionante al recordarla días después.
Kermit presentan una propuesta tan particular y musicalmente rica como compleja, razón por la cual puede que no disfruten de la popularidad y el conocimiento que merecen. Ya se sabe que en las esferas de la considerada música independiente muchas veces el criterio sobre lo que triunfa y lo que no está sesgado y condicionado por llegar a oídos de quien corta el bacalao en el asunto o bien por rodearse de los mismos. Esto hace que por el camino queden miles de propuestas tan interesantes como esta que brindan al panorama musical riqueza y originalidad de verdad hecha con buen gusto y saber musical, algo no tan común entre lo que escuchamos día a día. Algo que queda demostrado al plantarse sobre un escenario ante oídos nuevos que quedan fascinados al momento y lo demuestran con la más sincera de las ovaciones. Larga vida a Kermit y esperamos volver a disfrutar de ellos en Barcelona muy pronto.