Para mis canciones de recuerdo de los miércoles, la inspiración repentina es muchas veces la fuente. El recuerdo espontáneo, sin necesidad de fuente externa ni de escucharla en ningún lugar, simplemente que tu mente en un segundo comience a tararear algo que, en principio, te cuesta recordar de quien era, o cuándo la escuchaste por primera vez. Incluso qué recuerdos concretos te trae. Poco a poco van apareciendo, se esclarece todo, y con una sonrisa atas todos los cabos que hay que atar y decides rendirle un homenaje, por qué no. Aunque resulte que el tema en sí acabara sonando en publicidad varios años e incluso saturado, al haberte desintoxicado del mismo lo vuelves a escuchar con oídos frescos y te resulta fantástico. Como es el caso de la canción que hoy nos ocupa, una de las más conocidas de la banda belga, de su álbum de 2000 "The magnificent tree".
Con ella hago un viaje, aunque a trompicones, hasta el 2000, y me topo con un enorme momento de incertidumbre vital. Mirando hacia atrás, me siento afortunada de nunca haber sido de esas personas que se llenan la cabeza de mil planes de futuro, que necesitan tener el guión de su vida en sus manos para poder seguir adelante. Me cuesta discernir cómo me veía en un futuro próximo en aquellos momentos, quizás porque no tenía una imagen fija. Y con ello me doy cuenta de que en eso no he cambiado un ápice. Encontrándome como me encuentro ahora mismo en el inicio de una época muy incierta en mi vida, me sorprendo a mí misma sin comerme demasiado la cabeza por ello. Pero, a su vez, volviendo atrás, no hay razón para la sorpresa porque siempre ha sido así.
Entonces tenía 17 años y una etapa de mi vida estaba a punto de acabar, ahora estoy a poco de cumplir 29 y me encuentro en una situación similar, quizás el miedo a lo que tenía que venir era tan grande como ahora, pero por un curioso mecanismo de autodefensa nunca me preocupó, ni me preocupa, en exceso. Frente a esa típica pregunta de "¿cómo te ves a ti misma en 10 años?" nunca soy capaz de dar una respuesta concreta. Y no por cobardía ni por miedo a no acertar, simplemente porque desconozco la respuesta. Entonces, ahora, y mucho me temo que en el futuro. Y qué queréis que os diga, me gusta, me hace sentir feliz, (¿Quizás demasiado? Bueno, sí, pero si me tengo que llevar palos ya llegarán, es ley de vida), me ahorra dolores de cabeza y, sobretodo, decepciones futuras. Porque cuando llegue el momento de sufrir, de tener miedo, de decidir, de pensar, tendré tiempo suficiente para preocuparme. No hay necesidad de hacerlo antes. La vida es para disfrutarla en el día a día, ¿o no? Espero que os guste recordar la canción.
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